sábado, 2 de agosto de 2014

Memorias infantiles


Me gusta reparar cosas. No tengo la habilidad artesanal que tiene mi hermano, ni tampoco su pericia, experiencia e instinto para detectar el daño y repararlo. Aún así, me gusta desarmar, echarle un ojo, añadir pegamento, amarrar con alambres y de ser necesario martillar hasta que adopte la forma. Hoy por mis manos pasó un radio-reloj despertador. 
Radio Reloj Despertador Magnavox De Los 80s Vv4

Eran muy populares en los años 80 y 90. Mi hermano tuvo varios. al ver ese aparato, me transporté a nuestra antigua casa, a la escalera tipo tijera tumbada al lado de la cama de mi hermano, donde estaba el despertador, las cornetas, el amplificador y al otro lado el televisor a blanco y negro, sin perillas y la pinza para tomar el eje donde iba la perilla y cambiar de canal.

El aparato que reparé no tenía mayor cosa, la palanquilla de conexión entre la perilla del volumen y el potenciómetro se fracturó quedando el pequeño aparato sin control de volumen. Destornillador para retirar los tornillos y levantar la carcasa; pinzas para extraer la palanquilla; pegamento instantáneo para unir las piezas; un buen soplido para ayudar la pega a secarse; devolver todo a su lugar, y cerciorarme que no me sobre ningún tornillo (era algo que le ocurría frecuentemente a mi hermano, y según me cuenta, aún le sigue ocurriendo). Funciona a la perfección.

Doy gracias a Dios que nací en esa época de “Transición” tecnológica, de diodos de ocho segmentos a pantallas digitales; del disco flexible a los pendrives; del atari al play3; de los teléfonos con discos para marcar a celulares táctiles: del correo postal (las cartas desde China a Venezuela y viceversa tardaban un mes en llegar al destino) a correos electrónicos, blogs y whatsapp. Ya los niños de hoy en día ven como un hecho, o por sentado toda esa tecnología que los rodea, mientras que ya los un poco más viejos, mas no más maduros conocen a sus antecesores.

2 comentarios:

  1. En mi casa hubo uno de esos radio despertadores. No sé dónde fue a parar. Seguramente se perdería en alguna mudanza. No hacía bien su función porque lo solía programar mi hermano mayor, al que le gusta la música clásica, música que hacía el efecto contrario al que buscaba: nos dormía aún más.

    Tienes toda la razón respecto a la tecnología y los niños: mi sobrina (13 años) enseñó el otro día a una amiga mi grabadora de cinta como si fuera una auténtica antigualla, como si fuera un gramófono o una máquina de discos de esas que había antes en los bares.

    Yo arreglo las máquinas a fuerza de golpetazos. A veces, funciona.

    ResponderEliminar
  2. Mi hermano lo tenía, con la alarma estándar, definitivamente muy escandaloso. Recuerdo que había un proceso para apagarlo definitivamente, porque sino volvía a sonar al poco tiempo. Ahora mi hermano tiene un modelo más efectivo: a mi cuñada. Lo levanta a punta de gritos y golpes. Así se quieren, como quien dice, amor de chinos.

    Lo de golpear para arreglar no va conmigo, por el hecho de que cada vez que golpeo algo se daña más. Sou fanático de las "técnicas artesanales": pegamento, alambre, cinta adhesiva, tornillos, clavos, o aventarlo de un sexto piso.

    ResponderEliminar