viernes, 8 de agosto de 2014

Entrenando una discípula

Desde siempre me han gustado los juegos de pensar. En ese compendio se agrupan gran parte de los juegos de mesa. Como buen descendiente de chinos, conozco varias formas de jugar cartas, dominó, mahjong (dominó chino algo complicado de jugar), y ajedrez, tanto tradicional, como los inventados por los propios chinos.

El ajedrez es algo que siempre me ha gustado. Debo admitir que tuve un buen profesor: un vecino muy experto, quien no se cansaba de jugar hasta diez o veinte partidos diarios conmigo. No era necesario dedicarme demasiado tiempo, a cinco minutos por partido, donde siempre pierdo el juego y gano un poco de experiencia, no pasan las dos horas. Luego del éxodo, mi contrincante era mi padre, aunque era en ajedrez chino, cuya esencia es similar.

Tras el regreso al habla hispana, mis posibilidades de tener un contrincante humano de ajedrez se esfumaron. Jugar con la computadora, resulta ser monótono y sin sentido; o le ganas muy fácil, o es imposible ganarle o simplemente “Control Z”, volviéndolo aburrido. Estando en la Universidad, aunque varios sabían jugarlo, simplemente se aburrían demasiado rápido, y la cosa no pasaba de uno o dos partidos. Jugaban a un nivel similar al mío, nivel novato queriendo afrontar expertos.

Desde hace uno días. La mayor de las hijas de mi jefe, retomó el gusto por jugar ajedrez. Nadie en su casa sabe. Intentó enseñarle los movimientos básicos a su hermana, quien juega ajedrez como si fuera damas: "me como todo lo que puedo". A punto de aventar el ajedrez por la ventana, decido convertirme en su contrincante e instructor. 

Progresa demasiado rápido. No llevamos ni siete partidos en lo que va de tres días, y ya logró ganarme un partido, (admito que la ayudé un poco a que lo consiguiera), ya descifra mis estrategias, osa amenazarme (en el juego) e incluso sostiene un partido por más de cinco minutos, sin mucho pensar y sin ninguna explicación. Al ritmo que va, con una buena instrucción, (espero lograr mi cometido), se volverá una contrincante a mi nivel, y así podré disfrutar de buenos partidos de ajedrez, aunque la verdad, ya lo estoy haciendo.

Recuerdo mis primeros pasos por ese tablero de sesenta cuatro bits, digo cuadros: treinta segundos por partido, todos ellos terminando en humillante derrota (le gané un solo partido a mi profesor porque se descuidó y supo ponerme en mi sitio rápidamente), y muchas, pero muchas horas de juego para llegar al nivel que ella alcanzó en tan sólo siete partidos. Definitivamente, o tiene talento o yo soy muy malo.

4 comentarios:

  1. (Este comentario debería estar en la entrada superior, pero no me deja escribir ahí)

    Yo suelo utilizar dos pantallas, sobre todo cuando estoy haciendo mediciones o escribiendo la memoria de los proyectos que necesito el Word y Autocad abiertos, o Presto y Autocad. Cuando dibujo, prefiero un único monitor pero, como tú, suelo tener abiertas varias cosas (e-mail, alguna página web, música...). Tengo mucha agilidad con Alt+Tab para cambiar de un programa a otro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Respecto a las pantallas, me gustó bastante, sobre todo para las tablas de excel, que por lo general, se vuelven extensas a lo largo, y ayudan bastante a no perder la noción. Para autocad, cuando hay que copiar y pegar de un archivo a otro, también es muy ventajoso. Por ahora se me ha vuelto imprescindible pues la laptop tiene problemas con la pantalla, y un actual percance económico ajeno a nuestra voluntad relacionado a nuestro técnico de confianza, nos impide llevarlo para que lo revise. ( Yo con un ordenador de mesa, hago y deshago, con una laptop... no,y mucho menos con esta reliquia.

      Eliminar
  2. Hace siglos que no juego al ajedrez. También yo jugué contra el ordenador (pero se me hacía muy difícil concentrarme ante una máquina, tanto que en una ocasión me venció con sólo dos movimientos, luego me enteré, por un libro, que esa partida tiene nombre: la partida del borracho).

    Los niños pequeños absorben todo como si fueran esponjas. Enseñé a mi sobrina los movimientos de las piezas cuando tenía 4 años, desde entonces no ha vuelto a ver un tablero, y hace poco su abuelo quiso enseñarle a jugar y se asombró porque la niña ya sabía mover las piezas, incluso el enroque). Ahora tiene 13 años, pero no será una buena jugadora porque no le gusta.

    ResponderEliminar
  3. El ajedrez es un juego muy atípico. Saber mover las piezas es importante, pero eso no garantiza la victoria. Además, hay gente que simplemente no le gusta, a pesar de que son buenos, o muy buenos, jugadores. Mi padre era uno de ellos. Sólo jugaba conmigo tres partidos diarios, y más por compromiso que porque le guste (para ese entonces ya no era tan mal jugador, creo yo).

    ResponderEliminar