jueves, 17 de noviembre de 2022

Mi salud está comprometida?

Mientras espero en el laboratorio los resultados, no termino de entender por qué tuve que esperar a que alguien me dijera "ve ya al medico" para hacerlo. Posiblemente sea porque anteriormente todo lo que he tenido asociado a malestar se me ha quitado o bien solo o bien porque mi esposa bella ha estado pendiente de mi.

Ahora que lo pienso, desde que regresé de emergencia del viaje, pareciera que el universo entero me pasa factura. A veces, quisiera solo dormir y no despertar nunca, un infarto que me deje inconsciente al instante y tome lo que la vida exige a todos.

Hace mucho, diría que demasiado tiempo, que no tengo ese tipo de pensamientos. La última que recuerdo, fue cuando aún era un niño. Ciertamente no vale la pena pensar si esa negatividad de mi parte está creando la situación, retroalimentandose hasta causarme todo esto. Se que muchos están pendientes de mi, pero a fin de cuentas, sigo estando solo y sin nadie que me cuide.

Gracias a Dios, dengue no es. Sin embargo, la forma en que me revisó la doctora, aunado a un diagnóstico que no me termina de convencer, me hizo buscar otra opinión médica. En esta ocasión, con una revisión que me convenció mucho más y aunque aún es prematuro para un diagnóstico preciso, lo que me indica me parece mucho más congruente que solo "colesterol llegando a limite superior" y sin ningún tratamiento. En este instante tengo un tratamiento a base de vitaminas y probióticos para la digestión, así como someterme a una dieta adecuada.

Más estudios para descartar males ocultos y que según mis conocimientos vagos, creo que está todo normal. Veamos lo que dice la doctora.

Reposo por cinco días. Mucho para mí. Pero quizás haga falta. Según la doctora si es algo físico, me hará falta. Y si es estrés, pues con más razón. Este último, me indica que el cuerpo simplemente reacciona, no es algo que mentalmente se pueda controlar.

Espero poder salir de este cuadro rápido. Quiero terminar los proyectos pendientes, poder salir en bicicleta y, como no, poder incluso volver a viajar, por trabajo lógicamente, pero poder hacerlo

posted from Bloggeroid

viernes, 4 de noviembre de 2022

Cuando estás a la deriva.

En este instante que inicio esta entrada, recuerdo una canción de la banda caramelos de cianuro, creo que decía: "levantarme del televisor, meterme en el ascensor, me sienta un poco mejor..." En este instante estoy viviendo esas letras.

Desde que regresé por lo del supuesto saqueo de la casa (una vez más le doy gracias a Dios que no fue. A mí casa y que, en cierto modo el vecino no tendría por qué extrañar lo que se llevaron, pues ya lleva años sin estar y como dicen ojos que no ven corazón que no sienten) el desánimo ya me estaba empezando a invadir, pero era manejable. Habían maneras de sacudirse, como diría una amiga. Si Lee esta entrada de seguro sabrá que la estoy aludiendo.

Cloacas de la calle tapada, el tema de la seguridad de la casa aún sin resolver, y sumado a todo ello. El golpe tan fuerte que lo desató todo en mí: la partida de la mascota de la casa, un integrante más de la familia, la única que me ha acompañado en estos dos años de estar sin mi esposa y sin mi piojito.

La verdad, soy una persona mala. No me pegó mucho cuando falleció mi mamá; tampoco cuando ocurrió con papá; mucho menos con mi cuñada, más allá del pesar que sentía por el estado emocional de mi hermano y de mis sobrinas, que con la distancia, en realidad somos unos completos extraños. Recuerdo también cuando falleció el tío y la abuela de mi esposa: mi pesar no fue por los fallecidos, sino por los que seguían vivos, por mi esposa más que nada.

De repente, una perrita que tiene más de 10 años con nosotros, me arranca lágrimas y llantos. No es la primera mascota que se me muere: perros, gatos, ratas. Todos ellos son sólo seres prescindibles, cuya muerte solo causan trabajo.

Me siento en el piso al lado de su cuerpo sin vida por más de media hora, completamente desmoronado. Toda mi coraza, esa que aguantaba el desanimo, el que ayudaba a sacudir, se desvanece. Ahora sí puedo decir con propiedad "no tengo ni perro que me ladre".

Desde ese día, un miércoles de miércoles. Vivo por inercia. Veo cómo mi esposa, luchar por su día a día, por hacer crecer feliz a nuestro piojito. Yo en cambio, sigo aletargado, autocompadeciendome en vez de echarme cuerda (como un reloj de cuerda, no me refiero a echarme una soga en el cuello de manera literal), por las cosas que aún faltan. Si yo sé, hay una meta muy importante que es reunirme con mis seres queridos. Pero en este instante ni siquiera eso me motiva.

Finalmente hoy, consigo un apice de ánimo. Llevar una encomienda desde mi casa a un lugar específico. Por eso fue lo que mencioné al inicio de la entrada. La bicicleta estaba mucho más pesada de lo que recordaba. Llego a mi destino. Entrego la encomienda. Nuevamente, me invade el desanimo. No quiero llegar a casa. Tomo el camino largo. De repente, un ciclista delante de mi. Compartimos el camino sin mediar palabra. Por ese instante, tal vez unos 10 minutos. Me olvidé de todo. Solo seguía al compañero por inercia hasta que al fin nuestros caminos divergen. Y me toca nuevamente estar solo.

Llego a la panadería cerca de la casa. No tenía intenciones de entrar, pero finalmente decido devolverme y entrar. Recuerdo que mi amiga me comentó sobre comprar chocolates para alegrar el rato. Entro busco pan y me acerco a la sección de pizzería que finalmente está funcionando.

Compro una pizza para ver si logro sacar ánimo de una de la primavera, la pizza de jamón, maíz y tocineta. Delicioso estaba, pero... Sigo modo emo.

Ya estando en casa, terminando de escribir esta entrada. Quiero que mi amiga la lea. No quiero que me anime, tampoco que me consuele, con mi autocompadecimiento tengo. Se mejor que nadie, que estos atoramientos son de responsabilidad personal, y que depende únicamente de uno mismo para salir. Solo que en este instante no quiero hacerlo, en vez de eso, quiero ahogarme con mi propia pena.

Si me preguntan en este instante que quiero, la respuesta es no lo sé. he tenido intenciones de tomar lo que tengo, meterlo en la mochila, desinstalar el WhatsApp, sacar la simcard del celular tomar la bicicleta y volverme mochilero. Viajar sin rumbo, quizás ganarme algunas monedas para el pan del día y seguir. Atravesar el Darién solo por hacerlo.

Estos son de las etapas de la vida, dónde uno está absolutamente susceptible de volverse drogadicto, ludopata o alcohólico. Quizás también testigo de Jehová. Espero no volverme terrorista.

No quiero terminar esta entrada sin dejarle en claro a mi amiga que me repondré, por mi esposa, por mi hijo. Pero no será hoy.

posted from Bloggeroid