Cantar nunca se me dio bien. Mi falta de sutileza y delicadeza me impiden hacer sonidos agraciados con instrumentos, cosa que para muchos es algo natural.
Me pregunto de dónde se les ocurre a las bandas sus nombres: La Oreja de Van Goh, Caramelos de Cianuro, Mecano, Metallica, Pimpinela, Los Blancos, Los Pasteles Verdes… y otro sin fin de nombres, algunos bastantes artísticos, otros muy emotivos, varios de ellos muy elocuentes al tipo de música, y otros simplemente inexplicables.
El sábado estaba en el super, haciendo la cola, (que no es extraño, lo extraño es que apenas tenía unas cinco personas por delante, cuando por lo general siempre, a toda hora, hay más de veinte), y estaba sonando una canción de Caramelos de Cianuro. Se me ocurrió la idea, de que si formara una banda, la llamaría correspondientemente “Chicles de Amoniaco”.
Una idea que debí simplemente mantenerlo en la cabeza y callarlo. Ayer, durante la cena en el trabajo, (luego de las 7:00pm, si aún sigo en la oficina, casa del jefe y oficina se fusionan hasta que las niñas se van a dormir). Les comenté, sobre si yo formara una banda… Las risas y carcajadas aparecieron de todas bocas y direcciones, convirtiéndose en el tema de conversación de la cena que duró una media hora. Integrantes, fechas de gira, instrumentos a tocar, vestimenta. Sólo después de que la calma llegara, pude terminar mi frase: “sólo quería ponerle un nombre”.
Una conclusión que sí saqué, aparte de una cena muy entretenida, es que definitivamente no voy a ser músico, por mayoría de votos.