sábado, 2 de agosto de 2014

El valor de un vulgar papel.

Cuando se vive en un país con una economía con tendencia negativa, se es fácil amoldarse, adaptarse y resignarse a la inevitable pérdida del poder adquisitivo, buscar trabajos a destajo, (conocido en mi país como marañitas, ojo, no confundir ni relacionar con marañas). Los políticos tienen una reputación como las primeras seis letras de esa palabra, y la corrupción está tan arraigada en todos que lo cometemos de manera natural e instintiva.

Para mí, es difícil imaginar como en otros países, gente que gozaba de una muy buena bonanza económica terminaba siendo indigentes: cómo empresas consolidadas caen en bancarrota, cómo es que los Bancos pueden quebrar. Para cuando ocurrió la debacle en el 2008, no tenía aún la madurez para percibir lo que ocurría más allá de mi alrededor, y creo que aún sigo siendo muy inmaduro (alguien que declara ante unas niñas que es mentalmente cinco minutos mayores que ellas, de seguro no tiene buena reputación). Sin embargo, unas charlas de Kiyosaky, una revisión al origen del dinero y un poco de sentido común, el menos común de los sentidos, me hizo ver que a los humanos por naturaleza, nos gusta inventar cosas buenas, para que luego otros lo aprovechen para desgraciar la vida de los demás.

Desde un comienzo. La era cavernícola. El hombre de aquel entonces ya muestra signos de egoísmo, no comparte nada de lo que le pertenece con extraños, y a duras penas con sus seres queridos. Unos tenían carne, otros cosechaban frutos: algunos tenían herramientas y otros fabricaban armas. Trueque. El primer gran sistema de intercambio: una oveja por una cesta de frutos, Un martillo de piedra por conservar tu vida. Trueque y guerra iban de la mano.

Pero era incómodo llevar pertenencias físicas consigo. Había que buscar un elemento intermediario: oro, plata, piedras preciosas. Si bien era más cómodos aún no eran versátiles. Surgen las monedas. El cobre, el bronce, permitían acuñarles marcas inequívocas. Las monedas en sí no valen por su contenido, sino por su significado. El valor real de las cosas, ¿quien se las asignaba? Pues como siempre, la oferta y la demanda.

No sabría de quién fue la invención de la moneda, pero su uso estaba extendido a nivel mundial: Asia Europa y África los usaban, cada quién sus monedas, pero en fin eran monedas. Quien las tuviese era rico, quien no, a mendigar se queda. Y ¿quién fabricaba las monedas? porque quien las fabricara sólo compra el material, y puede volver rico a quien quisiera. Pero no ocurre así, tal vez por algún control gubernamental que le impide hacer esa gracia.

A nivel de pequeños intercambios las monedas, funcionaban perfectamente, pero ¿y si lo que hay que comprar es una mansión? ¿O alimento para toda una nación? Empiezan a surgir todo una serie de instrumentos financieros: pagarés, vales, bonos al portador, y quien mejor para administrarlos que las casas de moneda, casas de cambio o los recién creados Bancos.

Los Bancos, fruto del capitalismo y la burguesía. Sirven para tres cosas: para guardar tu dinero y cobrarte una comisión por ello; transportar tu dinero, depositas aquí y cobras en otro lado, y de paso cobrarte una comisión; prestarte dinero y que te endeudes a tal punto que te quedes hasta sin dignidad. 

El mundo es inevitablemente de ellos. Lo que realmente vale, que es el metal, el oro, la plata, las piedras preciosas, están dentro de sus bóvedas. Pertenecen o pertenecían a muchas personas, a muchas naciones, que decidieron intercambiarlos por un vulgar papel: un cheque, un bono al portador, unos cuántos billetes o unos cuantos bits digitales. Ese valor “verdadero” real que en un principio tienen lo ofrecen a manera de crédito. La demanda crece, la oferta baja, los precios suben. Los créditos siguen dándose. Y ¿de dónde proviene? ¿De la misma gente que se adeudó? Puede ser. ¿Simples papeles sin fondos? También es posible. Sin darnos cuenta, la demanda deja a los deudores sin dinero. ¿Y ahora? Pues hay que pagarle al banco, como sea, pero no hay manera. Las hipotecas se ejecutan. De repente, el valor real que un principio tenían los bancos, lo siguen teniendo, y además son ahora dueños legales de todo de cuanta hipoteca hayan ejecutado. Y ¿qué de los deudores? Bancarrota, quiebra, simple eufemismo para no decirles indigente, sin techo o homeless. 

Pero si muchos bancos quebraron, e incluso varios tuvieron que ser socorridos por los gobiernos, ¿Cómo es que los vamos a acusar de chupasangres? pero, ¿están seguros de que quebraron? ¿Vieron a sus dueños “patas en la calle”? ¿encarcelados por fraude? ¿Y seguro que esos eran los dueños?. 

En alguna ocasión me topé con un campesino. Me dijo, que todo lo que yo tenía en la billetera, en el banco, debajo del colchón, mucho de lo que tuviese en la caja fuerte, (si lo tuviese) es de mentira, no vale nada, no te lo puedes comer, no te acobija y ni siquiera te protege. El valor que tiene esa mentira se lo atribuyó el hombre. Lo que en verdad vale, es la cama donde se duerme, la comida que nos llena el estómago, la casa que nos protege del sol, la lluvia y los vientos, la ropa que nos acobija. Y si crees en Dios, incluso eso carece de valor. Era un campesino, no creo que tuviese un grado de instrucción alto, pero esas palabras eran un destilado de conocimiento que sólo la experiencia bien adquirida ofrece. 

Por ahora, me sumergiré en aquel mundo donde yo soy el general en jefe, me acompaña mi fiel guardaespaldas la soledad, junto a las poderosas armas cibernéticas, y a la espera de que Sir Internet regrese de su larga meditación, que ya lleva casi dos (al momento de publicar tres) semanas. Aún no quiero madurar, la verdad es que madurar es sólo para frutas y verduras. Espero que la segunda hija de mi jefe no me cobre derechos de autoría.

2 comentarios:

  1. En Barcelona creíamos que teníamos un gobierno más o menos limpio y digno. Pero, sospecho que gracias a la crisis, porque los ladrones de guante blanco quieren seguir siéndolo pero ya no tienen a quien robarles sin que se vayan de la lengua; ha conseguido sacar a la luz el enriquecimiento ilícito del ex presidente (600 millones de euros -una burrada-). Claro que esto no es ninguna novedad, ya desde tiempos de Julio César, el propio emperador estafó al estado al hace acuñar monedas con menos plata de la permitida. Para que no lo detectaran, lo hacía sólo en el interior de la moneda.

    No crecer está bien, y más en esta época, en la que ser adulto implica ser consciente de todas las injusticias ue se producen a nuestro alrededor. Mejor ser niños y no preocuparse por nada.

    ResponderEliminar
  2. No sabía que habían hecho ese descubrimiento. Si eso es cierto, entonces aquí en Venezuela hemos evolucionado la corrupción: demasiada gente ha robado demasiado; demasiada gente sigue robando demasiado; demasiado poco e insignificantes los que son juzgados y hallados culpables. Varios dirigentes, se hicieron ricos de la noche a la mañana, y resulta que todo lo que tiene es completamente lícito, producto de herencias que nunca tuvieron, golpes de suerte tipo lotería, y negocios provenientes del sudor de la frente. (Ni yo que soy tan iluso creo eso).

    Bueno, lo de madurar es relativo. Cuando se vive sólo, y que tu vida está exclusivamente en tus propias manos, por así decirlo, (sabemos que este enunciado es mas falso que un billete de quince), te conduce forzosamente a convertirte en adulto, quieras o no. Ahora, de que me siga gustando jugar con muñequitos, videojuegos, y discutir con una niña de cinco años...

    ResponderEliminar