sábado, 8 de febrero de 2014

Sígueme que te sigo.

No me considero un amante de la tecnología, aunque desde muy pequeño, reconozco que una herramienta adecuada es tan eficaz y eficiente para una labor según nuestra habilidad para usarlo. En la actualidad, tenemos un sin fin de herramientas que nos rodean, desde cosas tan triviales como un cepillo de dientes, hasta algo tan complejo como un computadora; desde algo tan imprescindible (relativamente) como el teléfono celular como las luces de nuestra humilde morada, las cuales sólo percibimos su presencia, o mejor dicho su ausencia, cuando se dañan.

Muchas de las cosas, facilidades, aparatos, entretenimientos que tenemos hoy en día, no existían, pero ni en la imaginación, de muchas personas hace 50 años, y mucho menos hace 100 o 200 años. De lo que si puedo estar seguro que para esas épocas, las pocas tecnologías, aparatos y herramientas que existían eran dominados a plenitud por sus usuarios.

Hoy en día la mayoría de las tecnologías, existen de manera tan abundante que todo el mundo tiene acceso a ellas. Esas tecnologías, traducidas físicamente en aparatos, son tan multifuncionales, tan capaces, con tanta configuración, que la mayoría de sus usuarios no aprovechan ni la décima parte de sus funciones. Yo me considero un consumidor de tecnología muy conservador, sólo adquiero lo que realmente le sacaré provecho. Soy de los que devoran el manual de instrucciones incluso antes de encender el equipo, y busco toda información posible en internet para su completo manejo. 

Una de las cosas que no comparto es precisamente lo opuesto: comprar cosas porque puedo, o porque es la moda. Conozco personas con teléfonos inteligentes que únicamente lo usan para llamar y recibir llamadas, personas con computadoras que sólo lo usan para ver su cuenta en facebook, e incluso entidades con una superplataforma tecnológica, conectados a nivel nacional, y aún así tienes que firmar unas 10 planillas y esperar 15 días hábiles para que te den respuesta.

Listo ya desahogado mi punto de vista, y espero que mi ex no crea que esta entrada en contra ella, (por lo del teléfono inteligente, ella hace un poco más con el teléfono, pero no mucho), es hora de plantearse las siguientes interrogantes: ¿Podremos vivir sin las tecnologías que hoy en día nos rodean? ¿Cómo hicieron nuestros antepasados para vivir sin ellas? ¿y cuanto de los aparatos que poseemos podemos decir que los manipulamos a antojo?

1 comentario:

  1. Mi madre aún se asombra mucho de las nuevas tecnologías. Ante el robot de cocina o la vitrocerámica, no para de decir: Si mumá Dolores levantara la cabeza... mumá Dolores era su abuela (una señora ya antigua el día que nació).

    Sé que mucha gente de la que conozco lo pasaría fatal si le falla Internet o no le va el ordenador. Sería imposible trabajar y la diversión sería todo una novedad (creo que la mayoría nos quedamos ante el pc viendo películas o chaetando o metidos en los blogs propios y ajenos).

    Sólo los genios echan en falta lo que no existe aún: y lo inventan (como ocurrió con el facebook, skype... Internet). Pero los demás, la gente normal y corriente, sólo vivimos con lo que se nos ofrece, sin añorar lo que nunca hemos tenido.

    Yo antes cuando me compraba un teléfono, solía pedir: una cámara de fotos con la que pueda llamar por teléfono. Ahora pido: un Whatsapp con cámara de fotos y con el que pueda llamar por teléfono. Casi todas las demás funciones, me sobran.

    ¡Enhorabuena por tu blog!!!! (Es muy interesante)

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