lunes, 17 de febrero de 2014

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde


Desde hace 5 años, la empresa me asignó una laptop de 17”, por lo que tiene hasta teclado numérico. Tiene muy buenas prestaciones, es fluida, cómoda y fiel. Pese a su edad, y su procesador Core 2 Duo, es capaz de batirse en duelo con laptops más modernas, gracias a su tarjeta de video, 4gb de ram, y un “envenenamiento” que le realizó un técnico. (Un equipo envenenado es aquel, cuyos parámetros de funcionamiento han sido maximizados).

La tragedia: un pantallazo negro del cual no pude recuperar mientras revisaba un plano superpesado en autocad. Mientras muestre al menos la primera pantalla, en donde sale la marca de la tarjeta madre o del equipo, tengo cómo repararlo. Pero ni siquiera eso. Una pantalla negra que no reacciona a ningún botón; una pantalla negra que simboliza el requerimiento urgente de un técnico especializado y no un curandero como yo.

Ya está en taller, recibiendo los cuidados que se merece, y lo más importante: sé que ya funciona. Aún no nos la entregan. Estoy utilizando otra laptop y echo de menos a Elita01 (es el nombre con que mi laptop fue bautizado durante la creación de la red en la oficina). La uso exclusivamente para trabajar, pero es como la extensión de mi cuerpo, moldeada a mi gusto y exigencia: Autocad personalizado a un nivel enfermizo (bueno, tampoco es nada del otro mundo, sólo que apenas tiene las barras de “layer”, y “propiedades”, todas las pantallas negras, los alias... dejémosle ahí). Accesos directos a la palma de la mano, y un escritorio carente de íconos y accesos directos, permitiendo ver el hermoso paisaje de fondo desde hace un año. La única razón por lo cual no la uso para juegos, es precisamente por el respeto y cariño que le tengo. Ahora que no está en su sitio habitual, que es en frente de mí y debajo de mis dedos, siento un vacío indescriptible.


4 comentarios:

  1. Te comprendo perfectamente: qué doloroso es cuando se nos estropea el pc habitual y tenemos que coger otro.

    Aquí, en la sala donde trabajo, estoy rodeada de ordenadores, pero me he acostumbrado a trabajar con uno y cuando se le fastidia algo y tengo que llevárselo al técnico, estoy como perdida y todo me cuesta mucho más trabajo.

    La red de la sala es de hace años. Cada ordenador tiene el nombre de la persona que lo utilizaba; ahora, la mayoría, en paro o en trabajos que nada tiene que ver con la arquitectura.

    ResponderEliminar
  2. Ya la máquina me la entregan en dos días a partir de la fecha de publicación de este comentario. Me tocará volver a instalarle todos los bilicuetos, personalizarlo, y por sobre todo darle un gran abrazo de bienvenida.

    ResponderEliminar
  3. Te imagino intentando devolver a tu máquina el aspecto que tenía antes de morir. Espero que te sea leve.

    ResponderEliminar
  4. Hoy me la acaban de entregar. Gran ilusión, hasta que llegué a la oficina. Enciende, pero no refleja nada la pantalla. Lo más irónico es que en el centro de servicio se portó maravilloso. Ahora debo esperar ocho días para volverlo a llevar, gracias al gran plan Vacaciones anti-protestas.

    ResponderEliminar