En un intento desesperado por salvar al planeta de
la su extinción, en un intento por preservar su propia especie, crearon en un
laboratorio 1024 individuos. 1024 seres cuya misión será curar al planeta del
cáncer que ellos mismos representaban. Para esta ardua labor, sus creadores los
dotaron con todo lo que estaba al alcance de su tecnología.
A nivel
biológico fueron dotados de: longevidad: capaces de vivir hasta 500 años;
fuerza: capaces de levantar cinco veces su propio peso; inmunidad: capaces de
sanar sus heridas casi inmediatamente y poco susceptibles a enfermedades;
estériles: para evitar que ocurra nuevamente la superpoblación.
En un plano cibernético se crearon matrices
biocirbéneticos que fusionaron con sus cerebros. Estas matrices contenían todo
el saber y conocimientos de los proclamadores, por lo cual sus poseedores
tenían un acceso inmediato e instintivo a información que ellos jamás vieron ni
escucharon. Además era capaz de archivar todo lo visto, escuchado y pensado por
su proclamador. Como unidad cibernética, le confería a su portador la habilidad
de contactar “mentalmente” con cualquier dispositivo compatible, y por lo tanto
la habilidad de comunicarse “telepáticamente” con otro portador, siempre y
cuando tuviesen los dispositivos adecuados.
Pero aún así eran vulnerables. Se crearon para
ellos trajes espaciales. Sí, trajes espaciales. Trajes herméticos que los
ayudaría a tolerar cualquier tipo ambiente, que los protegería incluso de
impactos considerables. Trajes capaces de evaluar todos sus signos vitales y
proporcionar los remedios necesarios en caso de cualquier contingencia: filtros
de aire, contenedores de oxígeno auto-recargables, soporte para comunicaciones,
integración con su núcleo matricial, y lo más importante: un núcleo de energía
capaz de mantener el traje en consumo máximo por el tiempo que viva su
portador.
Los nuevos proclamadores, como fueron bautizados,
entendían el gran privilegio y la gran responsabilidad que les fueron
otorgados. Conocían completamente el plan al cual estaban destinados.
Observaron el santuario, lugar de su creación, y la de su futura prole, y
finalmente dieron inicio a su tarea: liberaron el virus que iniciaría la tarea
a la cual fueron encomendados; salvar al planeta iniciando por erradicar a su
peor enemigo: ellos mismos.
Los antiguos proclamadores, conscientes de su
responsabilidad, aceptaron su final. Se arrodillaron y cerraron sus ojos
esperando que el virus tocara su ser. Un virus que los dormiría y luego los
desintegraría en moléculas que el viento dispersaría, regresándolos a su origen
y cubriendo al planeta de sus almas y de sus espíritus.
Qué bonito. Qué poético.
ResponderEliminarHe estado tentada a no leerte hasta terminar mi historieta por temor a copiarte. Aunque a mi historieta sólo le queda uno o, a lo sumo, dos capítulos.
Al leerte me percato de mis carencias. Me hace falta una base más científica y más coherencia. Me han gustado mucho los dos primeros capítulos... impaciente y a la espera de la tercera entrega.
Ya la tengo. De hecho, tengo mucho para publicar. a falta de internetm el cual sólo tengo en casa y en mi trabajo. Pasé todo el fin en casa ajena... sin internet así que saludos a word. el archivote está en el pendrive. Ya lo tendrás. El cuarto capítulo depende de tu siguiente capítulo, puesto que humanos y extraterrestres han de encontrarse al otro lado del túnel. y mientras tu cuentas la perspectiva desde los humanos... yo lo cuento desde el de los extraterrestres!! llámalo pereza mental, yo lo llamo congruencia de hechos.
ResponderEliminarYa tenía escrito el capítulo de al otro lado del agujero de gusano. Pero que conste que los globos (necesito buscarles un nombre ¿aeros?) sólo son animales muy mansos que buscan el equilibrio ecológico en el planeta que los humanos quieren colonizar.
Eliminarlos humanos lo llamarán "las bolsas" o "los globos" tal vez "medusas". Serán seres creados por los proclamadores denominados "protoformas". Esos en particular se encargan de digerir el dióxido de carbono de la atmósfera y convertirlo en oxígeno, ya que el planeta originalmente era como venus: lleno de dióxido de carbono, con temperaturas de más de 400 ºC y vientos a velocidades de 350 Km/h. Todo un reto. ya hay plantas pero aún, falta nutrientes necesarios para la población de animales. los protoforma se encargarán de volverse esos nutrientes. Eso sí, los humanos no lo saben. Pero ni bien aparecieron ya están siendo vigilados.
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