sábado, 6 de septiembre de 2014

Abriendo los ojos al blog

No he descubierto una epifanía, ni mucho menos una revelación. Simplemente desperté con intenciones de pedir las disculpas que supuse pertinente, a quien considero una amiga, y a quien hasta el momento considero que se merece un respeto propio de su saber y edad, lo cual no pude hacer ni durante el trabajo, ni durante mi estadía en casa, producto de la fuente de poder de la pc que está fallando produciendo apagones continuos. Mi solución, un poco vandálico e irresponsable, fue secuestrar, en cierto modo, la laptop de un amigo del cual me encargué de meter en un taller, desde hace más de seis meses, y que nunca tuvo la oportunidad de sacarla, supongo que por falta de dinero o quizás de tiempo. En mi defensa, diré que tenía que volver a meter la laptop del trabajo, por lo que forzosamente tenía que sacar esta, que estaba a mi nombre, y que ahora está en mi casa. Supongo que hasta que mi amigo pregunte por ella, o me decida adquirirla, aprovechando que ya lleva dos reparaciones costosas pagadas por mi.

Creo que es hora de desayunar, es fin de semana, hay trabajo en la oficina, hay asuntos personales que atender, hay trabajo por fuera que cumplir. Estoy un tanto atareado y la falta de cafeína en mi cuerpo, producto de mi decisión de desintoxicación  aún están haciendo estragos, aunque ya mucho menores.


2 comentarios:

  1. Yo me lo propongo, pero nunca lo consigo: seguir una disciplina y regularidad con el blog. Es muy complicado cuando el trabajo, al igual que te ocurre a ti, se impone incluso el fin de semana. Así que no es necesaria ninguna disculpa. Sí te diré, que me da mucha alegría cuando tu blog encabeza Mi lista de blog porque eso significa que tendré lectura para, al menos, dos días. Suelo leer tus entradas cuando vuelvo de correr, mientras se me seca el pelo, alternándote con las pequeñas obligaciones de última hora del día (repasar la agenda del día siguiente, escoger la ropa, asegurarme que en el maletín llevo todo lo que debo llevar...).

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  2. Que bueno, que alguien, en algún lugar del mundo, lee las cosas que a veces pasan por mi cabeza cual fugas rayo de pensamiento que muere al instante de nacer, y otras, que se engendran de a poco, hasta que al fin forma el fruto plasmado sobre el internet. El sentimiento es mutuo.

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