lunes, 15 de septiembre de 2014

El hijo adoptivo de Picky

Para los que no recuerdan quién es Picky, es el gato de origen inglés, descendiente de la realeza británica gatuna, quien en una gigantesca lata de sardina, viajó surcando los mares y océanos, atravesó continentes y terminó en la oficina, como la mascota más querida por todos. De pelaje blanco, mirada azul e indiferente y la actitud característica de un inglés.

Un extraño acto de parte de mi jefe, le hizo recoger un gato prácticamente recién nacido, atigrado, que apenas tiene abierto los ojos, apenas y camina, en mitad de la carretera, de regreso a casa, habiendo sobrevivido al pesado tráfico típico de la tarde cuando todos regresan de sus trabajos. 

Cuando veo al gatito, pequeño, delicado, indefenso, recuerdo cuando aún era un niñato, que veía al mundo mucho más grande de lo que realmente es. Por ahora, está bajo buen cuidado por parte de mi jefe, y de su padre adoptivo, Picky, quien le supervisa las 24 horas, lo limpia, lo mima y le entretiene, respetando su espacio para caminar y evitando que se caiga del pequeño escalón que separa el comedor de la sala. Si un animal que se supone sólo actúa por instinto, es capaz de cuidar a una cría que no es propio, aún me cuesta pensar cómo es que nosotros los humanos, supuestamente inteligentes y civilizados, podemos ver a nuestros hijos como perfectos extraños y estorbo.

No espero a ver la reacción de las niñas cuando lo conozcan, aún están de vacaciones, pero supongo que llegarán en el transcurso de la semana, pues las clases ya empezaron, pero como siempre, los primeros días son  de manguareo y cero clases, así que prefieren, como siempre, disfrutar un poco más de las vacaciones.

2 comentarios:

  1. Tu Picky me hace recordar mi Mambrú. Pobre bicho, a estas alturas seguro que está muy sordo por culpa de su dueña que solía gritar cuando le hacía carantoñas. Debería haber prodigado un poco la amistad con mi vecina, así tendría una excusa para escribirle y pedirle informes del animal.

    Aquí también han empezado las clases (el día 15). Pero sólo el primer día lo tuvieron de jarana, desde el martes ya han tenido deberes. La vuelta al colegio debería ser más sosegada. De ocho y cuarto a tres y media, son muchas horas seguidas y luego se tienen que tirar la toda tarde delante de los libros (esa es una época que nunca he añorado).

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  2. Esperemos que Mambrú no sufra el destino que había sufrido el pequeño gatito, abandonado en medio de una carretera. Por ahora, está bastante bien nutrido y muy consentido, por su padre adoptivo, por el jefe e incluso por mí. Las niñas aún no han regresado, supongo que lo harán el fin de semana. Como es un colegio de monjas, un poco distinto a los otros colegios, no me extraña que hayan decidido empezar las clases un poco más tarde.

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