sábado, 6 de septiembre de 2014

Suerte de coyote

Una de mis caricaturas favoritas durante mi infancia era el correacaminos y el coyote. El coyote era mi personaje de admiración: tenaz, de voluntad inquebrantable, inteligente, y que si bien la mala suerte siempre lo acompaña, no se rinde jamás.

Me identifico mucho con este personaje. Algo que se evidenció, como en muchas ocasiones, hace poco. Mi jefe tenía que tomar un vuelo para asistir a una reunión, iba atrasado como siempre, y la escasez de taxis en la ciudad no ayudaba. Su solución, osado y con una buena dosis de fe en mi fue irnos en motos hasta el aeropuerto y que yo trajera la moto de regreso. Apenas llevaba dos días practicando con ella, a no más de diez cuadras de la oficina, y no pasaba de 30 km/h, y con problemas para circular junto a los otros carros.

Acepté el reto. Siempre he tenido la idea de que mi jefe estima correctamente mis habilidades, a pesar de que yo las subestime. La ida todo bien, pues era un simple pasajero. El regreso, hasta mitad de camino fue muy agradable: 70 km/h, el casco ahorcándome, el viento que no me dejaba abrir los ojos. Pasó lo inesperado. la moto, tras frenar en un muro reductor de velocidad se apagó. la electricidad estaba muerta. Me orillo, y saco el celular. lo prendo con la nula cantidad de batería que le quedaba, pues tuvo problemas para recargarse, (ya lo vendré aventando uno de estos días), hice la llamada correcta: la moto no prende, mi ubicación actual, refuerzos. No supieron nada de mí, hasta que un amigo en su camión apareció cual salvador. Era un mecánico de los buenos Revisó todo lo que yo revisé, más la batería. Estaba agotada y sin fluido, que a mi jefe nunca afectó durante todo este tiempo. Lo reparó en un momento, lo cargó con su camión, hasta que se apagó. Un manazo en la cabeza, ¨la gasolina! me quedé sin gasolina compadre" volvió a solucionar: un trasvase de la moto, que sólo le quedaba dos litros, combustible suficiente para ambos para llegar a una estación. Repostamos. una despedida melodramatizada por la lluvia que nos acompañó desde su llegada.

Una carretera mojada, el manto de la noche que me envolvía, un tráfico congestionado típico de la hora. Estar cegato, y usar lentes no ayudaba. Llegué vivo a la oficina. La llamada desde la oficina para confirmar que todo salió bien.

Con todo lo que pasé, sólo me falta la licencia para ser un motorizado. Ya me trago luces rojas, flechas, pares, me cuelo entre los carros, ya sé arrancarlo "empujado"... mejor no sigo no vaya a ser que algún inspector de tránsito visite mi blog, y me coloque una multa.

2 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena! Al menos llegasteis al aeropuerto. Con la mala suerte que yo tengo, seguro que la moto me habría dejado tirada a medio camino (me ha ocurrido más de una vez).

    Cuando era pequeña, también me reía mucho con el desdichado coyote del correcaminos. Me gustaba que fuera inmortal (que sólo saliera algo chamuscado después de haberle explotado un cartucho de TNT o que quedara como un sello cuando lo aplastaba una roca. Creía que en el último episodio de esos dibujos, el coyote conseguía cazar al correcaminos; aunque, por supuesto, no se lo comía.

    Iba a desear que nunca estrenaras la moto de tu jefe (mis hermanos llaman estrenar una moto, a tener un accidente o incidente con ella). Pero ya lo has hecho con el problema de la batería. Por fortuna has salido bien parado.

    ¡Buena suerte (y mucho ojo) con los insensatos que abren las puertas de los coches sin mirar si viene un vehículo!

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  2. Gracias por los buenos deseos. Supongo que tu punto de vista es, que como ya tuve ese percance, ya nada más me pasará, como quien se vacuna para sufrir un poquito y no sufrir después la enfermedad propiamente. La verdad que la insensatez de la gente no está en abrir las puertas, pues ya están psicosiados con los motorizados. La insensatez son todas las malas prácticas a la hora de conducir de la gente que vive en esta ciudad, pero bueno, yo, como parte de ella, las conozco y procuro, en la medida de lo posible, evitar toda situación de riesgo posible.

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