domingo, 15 de junio de 2014

Lo que nunca será mi profesión


Cuando estaba en la facultad, cada vez que alguien en el grupo de estudio no lograba entender algún un tema, o no lograba atinar con el resultado de una ecuación, le decíamos que fuera a estudiar derecho. No sé si es que la abogacía es fácil o es que es fácil de sobornar a los profesores.

Ahora cada vez que canto desafinado y desentonado a fin de lograr arrancarle una sonrisa a alguien, y siempre lo logro, me dicen que me quede sacando cuentas. Definitivamente mi canto sólo sirve para hacer una cosa: el ridículo, porque ni para comprar chicles alcanza.

Una de las cosas que siempre me ha gustado coleccionar, son chistes malos, de esos que son tan malos que se vuelven buenos. A ver estos son los favoritos de mi repertorio:

- Un pollito levantó una pata, luego levantó la otra ¡y se cayó!.

- ¿en dónde cuelga superman su capa? ¡En su-per-chero!

- ¿Qué le dijo un dos a un cero? ¡Vente!, digo ¡Veinte!

Hay unos chistes matemáticos que nadie entiende. Me gustaron bastante, son bastante buenos para contarlos cuando quieres que te dejen de molestar:

- Una fiesta de matemáticas. Sen(x) estaba bailando con cos(x). vieron a e(x) sentado, sólo, y le dijeron: “ven, intégrate”, a lo cual responde: “para qué si da igual”.

- “A por X al cuadrado, más B por X más C igual a cero” – “Maestro, no entendemos” – “tranquilos, mis discípulos, que es una parábola”.

- Un día 9 (nueve) se consiguió a 0 (cero) llorando desconsoladamente. Se acerca y lo escucha murmurar “no valgo nada, no valgo nada”. 9 le pregunta: “¿por qué dices eso?, si tú con 1 hacen 10” – “sí lo sé, pero ¡es que me puse del lado izquierdo!”

Y por último unas expresiones más bárbaras que la segunda guerra mundial, de la boca de amigos:

- “Pati, de tanto pensar se te van a quemar las neuronas” – “Tranquila, clau, yo las tengo intactas, yo no pienso para no quemarlas, uso la calculadora para sacar cuentas”.

- Hoy es miércoles, por eso, mañana será jueves, bueno porque gracias a dios ayer fue martes.

- “Señor, ¿viene por alguna dolencia?” – “No, vengo por el chequeo médico laboral, yo sólo sufro de una sola cosa” – “¿Y qué es? – “yo solo sufro de hambre”.

Bueno, hasta lo malo cansa. Hora de otra bomba estomacal. Veamos que habrá en la nevera. Siempre escribo antes de comer, porque después tengo que usar las neuronas para hacer digestión, y así no puedo pensar con claridad.

2 comentarios:

  1. Ja, tienes razón: son tan malos que hasta hacen gracia. Hace tiempo también coleccionaba chistes malos; pero terminaron haciéndose todos demasiado conocidos.

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  2. Siempre me han gustado los chistes matemáticos, son muy... exclusivos. Me imagino a alguien fuera de esa rama en una fiesta donde todos se ríen de esos chistes. Para que sienta lo que uno no logra describir.

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