domingo, 20 de abril de 2014

Arquitectura Vs. Mecánica

Desde mis primeros proyectos como profesional, siempre hemos tenido “encontronazos” con los arquitectos. Muy a menudo, nos dejan sin espacio para equipos, sin espacio para ductos y sin espacio para inventar.

Por otra parte, siempre nos acusan de afear la fachada, de sobrecargar el techo, de robarles espacio y de causarles paros cardiacos. No importa lo grande o pequeño que sea la edificación. Son contados los casos, en que la disciplina de arquitectura asume espacios adecuados para los "checheres" de las demás disciplinas, y por lo general esos casos son extrañamente más complicados, en el buen sentido de la palabra, pues por lo general son edificaciones con aplicaciones o dueños muy... particulares.

La inspiración vino del proyecto el cual en este instante me mantiene entretenido y ocupado: un auditorio para aproximadamente dos mil personas y un anexado de seis pisos. Mi jefe no es partidario de colocar equipos en techos muy altos (más de dos pisos) especialmente si son de gran tamaño, ya que se complica la instalación y aún más el mantenimiento, pues por lo general no se trabaja en las facilidades para ello al respecto, como si los equipos fuesen diseñados para nunca dañarse.

El casi paro cardíaco por poco lo causa unos equipos que propuse colocar en la fachada, como si de un galpón se tratase. Sabía que iba a generar polémica, y acerté. Ahora el proyecto dará un giro: deberán agregarle un piso adicional o eliminar un ambiente entero, buscar una grúa de cincuenta metros y un frasco de pastillas para el corazón.

Aún recuerdo a un ex-compañero de trabajo, tenemos una buena relación, pues estudiábamos juntos y tenemos gustos comunes. Una vez le tocó calcular la carga térmica de un hospital, que cada dos días le cambiaban el diseño de manera drástica, a punto de que tenía un total de ocho resultados de cálculos. la última modificación la hicieron cuando ya habíamos gastado dos semanas diseñando y dibujando ductos, que echó a perder una semana de trabajo. A mi amigo casi le da un infarto, a mi jefe un disgusto, y a mí... yo solo quería un café. (por distintas razones siempre hemos tenido problemas con los tiempos de entrega de proyecto).

Ya gasté una hoja de manuscrito. definitivamente debo mejorar mi caligrafía, ya que a duras penas me entiendo la letra. Si a eso, le sumamos que fue escrito en un bus de camino a casa... es punto en contra.

2 comentarios:

  1. El cambio de diseño, principalmente, es culpa del promotor. ¿Qué podemos hacer los arquitectos cuando el dueño del edificio un día quiere un despacho y al día siguiente quiere tres en el mismo espacio? (Eso me ha ocurrido con el edificio del Campus de la Salud). Y peor aún, que la esperada subvención, por culpa de la crisis, no llegue y, cuando ya está todo bien atado y proyectado, se merienden una planta completa.

    Una cosa que cabrea mucho, hasta el extremo de hacer rechinar los dientes, es que después de habernos puesto de acuerdo arquitectos e ingenieros, al constructor se le olvide poner pasatubos para las instalaciones en vigas, zunchos y forjados y luego quiera resolver el entuerto con un martillo neumático (también, parte de una de mis últimas experiencias).

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  2. Eso lo explica todo. Menos mal que yo sólo quería un cafecito. y respecto al martillo neumático, lo cual es perfectamente creíble, hay un hecho real verdaderamente increíble: la última parada que hicieron del "centímetro" (nombre coloquial del Metro de Maracaibo, debido a sus pocos vagones, su poco recorrido, y su poco avance, tardó más de doce años en completarse), en un mes rompieron una calle circundante... no me acuerdo cuantas, lo único que te puedo decir es que no duraba más de dos días en buen estado, para volverlo a romper. y así pasó casi todo un año.

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