domingo, 20 de abril de 2014

Transporte Urbano

Mi primer contacto con un verdadero transporte público, fue a los nueve años en la ciudad de Hong Kong, para aquel entonces una colonia británica. Como tal heredó pues casi todos sus sistemas de transporte: buses de dos pisos, ferri (como el que actualmente se encuentra naufragando en Sur Corea), trenes subterráneos, buses pequeños a nivel rural y como no, taxis rojos con taxímetros y chóferes uniformados. A pesar de la alta densidad poblacional propia de esa ciudad, resultaba bastante cómodo desplazarse a través de toda la ciudad, al menos para mi entonces pequeña mente.

Mi ciudad cuenta con un transporte público declarado patrimonio cultural. Un patrimonio cultural que debe quedarse en un museo o una plaza. En primer lugar aunque es transporte, de público no tiene nada, pues no son ni pagados, ni cuidados, ni mucho menos supervisados por el gobierno, dicho de otra manera son privados. en segundo lugar dicho patrimonio consiste en carros, sí, carros, entre años 60 y 80, modelos: Malibú, Nova, Fairlane, Granada, entre otros, mal cuidados, sin aire acondicionado (en una ciudad donde la sensación térmica oscila entre 35 y 45 Grados Celsius), puertas que no abren por dentro, que no abren por fuera, que no abren, y peor todavía, que quedan abiertas.

No contento con ello, está el problema estadístico y de oferta y demanda. como son autos de hace treinta a cincuenta años, la cantidad es limitada. Para una población que crece a un ritmo mayor a 2^n, y con una cantidad limitada de cinco puestos para pasajeros, hay ocasiones en que simplemente no llegas al trabajo o a tu casa, a menos que pagues "doble" (tomarlo en sentido opuesto a tu destino, para que dé la vuelta), y peor aún los chóferes, aunque no todos pero sí la mayoría, imponen condiciones como "hasta tal lugar llego", "cobro doble", "no voy por tal parte", "no trabajo, pero los llevo por el precio cuadruplicado" (la última frase está parafraseada, los que hacen eso, no saben qué significa "cuadruplicado").

Cómo quisiera un transporte verdaderamente público. patrocinado, mantenido y supervisado por el gobierno de manera adecuada, con buses grandes, para desahogar la demanda de transporte, y como no, dañando menos al medio ambiente, porque seamos honestos, un bus grande, tiene capacidad hasta para cincuenta pasajeros sentados, cifra que se duplica si van parados. Para igualar esa cantidad haría falta veinte carros, veinte motores consumiendo gasolina como un drenaje, veinte carros ocupando el tránsito, veinte carros que exigen repuestos. Y si preguntan ¿Qué hay de los veinte chóferes? bueno, mantener una flota de buses demanda personal, ahí está la respuesta.


2 comentarios:

  1. Aquí el transporte público también es bastante desastre, aunque yo me doy poca cuenta porque, dentro de la ciudad, voy a casi todas las partes en bicicleta o andando (es una ciudad muy compacta, pequeña, fácil de ir caminando de un extremo a otro). Lo más desastre es lo más moderno: el metro, que no acaban de terminarlo nunca y anda media ciudad levantada. Lo peor de los autobuses son las humaredas negras y espesas con las que te atufan si tienes la mala suerte de estar cerca cuando uno, después de haber hecho una parada, se pone de nuevo en funcionamiento (es como una bomba química).

    Cabrea mucho lo sucedido con el ferry de Corea del Sur. Todo han sido errores humanos. El principal: que no existieran mamparas dividiendo el espacio donde iba la carga en la bodega. Con la lentitud del rescate, es como si ya se hubieran dado por vencidos y no esperaran encontrar a ningún superviviente.

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  2. Eso me han comentado sobre las ciudades en general de Europa, son suficientemente pequeñas y compactas para no tener que salir de ellas, pudiendo recorrerlas incluso a pie. Eso no ocurre en mi ciudad, por lo general una cosa está lejos de otra, algo tan trivial como los servicios gubernamentales (identificación, tránsito, impuestos, fiscalías, notarías) están distanciadas a tal punto, que para visitar tres de ellas se toma todo un día, excluyendo las colas que se hacen dentro de ellas.

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