martes, 6 de mayo de 2014

Cuentos chinos.

Los chinos poseen una religión politeísta, una fusión entre budismo y taoísmo muy entremezclado, donde fantasmas, el más allá, reencarnaciones, vidas pasadas, predicciones, tributos, ofrendas son algo muy común, algo muy sistematizado. Existen expertos para cada materia, existen procedimientos para cada ritual, y las fechas son aún más precisas, llegando a horas, para realización de alguna actividad importante: una inauguración, una boda, el inicio de una construcción, y todo regido bajo el calendario lunar, uno que tiene 29 días cada mes, doce meses cada año, y por cada tres años se añade un “mes bisiesto”, si es que así se le puede llamar. (según wikipedia se llama embolismal)

No hace mucho, mi hermano y yo tuvimos una conversación amena (aunque fue vía telefónica), básicamente hablamos de todo, pasado, presente, futuro, política, computadoras, esoterismo. El hecho de que conversemos es de por sí todo un notición, pues aunque vivimos separados por cuatro cuadras, tenemos meses sin vernos, y sólo hablamos por teléfono cuando hay algo importante por anunciar, es decir casi no hablamos. En esa conversación, me preguntó:

“Recuerdo que en la casa de China, teníamos un altar para nuestros ancestros, y estaban sus tumbas en la montaña. ¿En dónde carrizo están? ¿En el altar, en sus tumbas, o en el más allá? Y si reencarnan, ¿a quien le estamos dando las ofrendas, como el incienso, las velas, el cochino asado y demás?

Fue muy divertido tener esa respuesta, que aunque ilógica, partiendo del hecho que desde el punto de vista de la religión cristiana todo eso es cultura pagana, y desde el punto de vista científico es sólo producto de años de imaginación y percepciones erróneas, respuesta es respuesta, como las que uno escribe en un examen, sólo para ganarse los puntos correspondientes, a pesar de que el conocimiento te dicte que es errónea.

La respuesta, para que veamos la lógica de la ilógica:

Está el mundo de los vivos y el más allá. Los fantasmas deben de estar allá y no acá, aunque a veces se quedan de este lado por los asuntos pendientes, por lo que no pueden recibir nuestras ofrendas de manera directa ni reencarnar. Cuando están allá, reciben nuestras ofrendas desde portales, y lógicamente no puedes recibir por un portal pequeño algo grande. Por ello, las velas y los inciensos los ofrendamos en el altar de la casa, pero las ofrendas grandes, como el cerdo asado, la comida, las casas, carros, aviones, sirvientes, se los ofrendamos en la tumba, un portal más grande, y en días muy específicos, que es cuando abren. Nosotros ofrecemos reverencias y ofrendas a nuestros ancestros conocidos: padres, abuelos, quizás bisabuelos. Ya nuestros tatarabuelos, nos llevarían fácilmente unos… 120 años por lo menos, tiempo suficiente para que reencarnen, y que casualmente ya no les ofrendamos ni siquiera por esa razón, sino que ya no los conocemos.

¿Ven que hay toda una ciencia detrás de este cuento? Por cierto, las casas, carros, aviones y sirvientes, son modelos a escalas hechos de papel, y se ofrendan quemándolos en fechas determinadas a través de rituales. También es costumbre ofrendar (más bien quemar), origamis dorados en forma de piezas de oro, billetes de utilería de nominación china e incluso dólares. Recuerdo que a papá le ofrendamos todo eso, hasta unos dientes postizos, pero no le sirvieron, porque tiene alergia a las prótesis. Bueno, lo último nos lo contó mamá, una vez que, según ella, conversó con mi padre difunto, y fue en otro ritual.

1 comentario:

  1. Qué lío de religión, sobre todo por desconocimiento. En el colegio, que era católico, sólo nos enseñaban los rituales cristianos -las demás religiones, como si no existieran (sospecho que por temor a que alguna se pasara al bando enemigo.

    Lo bueno de las religiones es que a casi todas ellas debemos agradecer edificios grandiosos o maravillas como las estatuas de Terracota (un ejército para el más allá).

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