domingo, 2 de marzo de 2014

Chistes y comedias buenos.

Recuerdo haber leído en alguna parte que la parte emocional del ser humano, referente a lo que nos causa risa es algo extremadamente complejo, que inclusive puede variar entre personas. Enseñarle a una máquina lo que da risa o lo que no, es algo imposible, al menos cuando leí dicha publicación que ni me acuerdo cual es y mucho menos cuando fue. En la práctica arrancarle una sonrisa a alguien puede ser algo tan sencillo como un buen chiste, un acto generoso, una demostración de afecto. Aunque a veces es necesario causar un apocalípsis mundial para poder lograrlo. Menos mal que esos casos son muy escasos.

En México, se produjo una serie cómica de nombre "El Chavo del 8", creado por "Chespirito" (hasta hace poco descubrí que era como un diminutivo de Shakespeare). Aquí las televisoras nacionales se han encargado de transmitirla una y otra vez de manera ininterrumpida al punto de que alguien que poco ve televisión, puede estar casi seguro de haber visto todos los capítulos.

Por mera casualidad, me topé con un capítulo que jamás había visto. Aparte de arrancarme una buena carcajada, me hizo recordar el nivel humillante al que la educación básica y diversificada de mi país ha decaído. El capítulo trata sobre la confusión de los destinos de dos cartas, y la dificultad del Chavo para leer una carta que cambia por completo el sentido de las oraciones que componen la carta.


En antaño, un bachiller (alguien que ha culminado el ciclo diversificado y puede ingresar a la universidad) tiene capacidades para resolver ejercicios matemáticos, analizar artículos escritos, redactar documentos e incluso impartir clases. Eso fue, hasta mi percepción, como en los años 90. En mi generación, la educación aún tenía esa calidad, aunque ciertas dificultades para operaciones matemáticas y la pereza mental no les inculcaba la necesidad de lectura, aún así pueden, sin ningún inconveniente, leer el periódico, y no precisamente la página donde se publican sólo fotos, y no dejarse engañar por algún paisano inescrupuloso. La generación que actualmente tiene menos de veinte años, han "avanzado" de nivel, de primer grado a segundo, de segundo a tercero y sucesivamente, sin necesidad de aprobar los técnicas o herramientas más fundamentales, pues según los educadores reprobarlos a tan temprana edad les causa traumas psicológicos. Resultados: estudiantes de bachillerato, secundaria que no saben leer, o que tienen dificultad para leer. y un poco más para analizar lo que leyeron, sin contar que requieren de una calculadora para una operación tan sencilla como 7683743823x0.

Siempre he tenido la idea de que lo más imprescindible durante la etapa de educación primaria es que los niños puedan leer fluido, interpretar, entender lo que leen, escribir, redactar de manera ordenada, sin errores ortográficos, realizar operaciones matemáticas básicas. Sé que las calculadoras existen, pero tampoco que la utilicen para sumar 33+36, y lo mas importante: valores, eso que la mayoría de los políticos, por n odecir todos, carecen. Una vez que dominen eso, ahora sí, a enseñarles el resto: historia para no volver a cometer errores, ciencias para que aprendan a utilizar la lógica, sociales para que aprendan un poco sobre leyes y políticas y así evitar ser engañados, al menos descaradamente por los políticos.

Como siempre, una utopía dentro de mi cabeza. No me acordaba que a los gobiernos les gusta ciudadanos ignorantes para que sean fáciles de manipular. También se me olvidó que para qué hacer si se puede comprar hecho, y para qué trabajar si nos pueden subsidiar o podemos robar. Sólo para aclarar y evitar car en la generalización, me refiero a la población común de Venezuela, con todo y que me considero más venezolano que chino.


1 comentario:

  1. En España también emitieron El Chavo del 8, aunque yo no vi ni un episodio. Nunca he visto mucho la TV por falta de paciencia. Me da pereza tener que aguantar media hora de anuncios para poder ver un programa de una hora.

    Me temo que los gobernantes son iguales en todas partes. Nuestro ministro de incultura (más conocido por Wert el necio) parece obstinado en hacer que los niños sean cada vez más burros y para colmo está dando, en un país supuestamente laico, más importancia, de la que ya tenía, a la asignatura de la religión (religión católica, que seguro que si hubiera en cualquier colegio mayoría musulmana o budista, las prioridades serían muy distintas).

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