jueves, 25 de agosto de 2022

Un día más sin recaer

 El día de ayer, finalmente inicié mi primera lectura en la noche, justo antes de acostarme. Un manuscrito, que según fechas y cálculos datan de hace unos ocho o diez años. Creí que iba a leer bastante, pero la verdad era poco contenido escrito sobre muchas hojas.

En ellas, no vi a la persona que conocí. De todos modos, y sin importar lo que estaba escrito, de algo estaba seguro al hacer la irremediable comparación que todos, como seres humanos solemos realizar: mi vida, a pesar de todas mis carencias, sobre todo en el ámbito económico,  fue mucho más feliz que la del autor.

Tal vez esa misma carencia fue quien me forjó. Tal vez la justa y suficiente libertad, aunado a responsabilidades inamovibles desde mi adolescencia, me entrenaron. Quizás la extraña y peculiar resiliencia a la cual me acostumbraron desde pequeño, me hicieron inmunes a lo que llaman baja autoestima. Procuro ser humilde, admitiendo que no lo soy en las habilidades en las que particularmente sé que soy bueno, pero siempre con espacio para seguir aprendiendo, para darme cuenta de que el universo (dejemos al multiverso a la ficción) es suficientemente grande como para considerarlo infinito, mientras nosotros no tenemos ni el tamaño de un quark en una galaxia.

Dicho eso, parte de los objetivos del día de hoy, es conseguir más material de lectura, en papel blanco con letra negra (aunque la lectura de ayer, el papel tenía otro color). De algo estoy seguro: no voy a invertir dinero en comprar un libro, así que ya veré de donde obtengo ese material.

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