jueves, 20 de noviembre de 2014

Recuerdos de la infancia

Quiso el destino, que mientras leía el blog de una amiga, la misma que siempre menciono, acerca de un fragmento de su infancia, que según veo ha estado plagado de grandes y pequeñas aventuras, leí en el periódico local acerca de un estudio en donde afirman que no recordamos conscientemente nada de lo ocurrido desde que percibimos al mundo como recién nacidos hasta aproximadamente los dos o tres años de edad.

La verdad, es que para quien aprendió a hablar y caminar a los cuatro años de edad (al menos así cuenta mi madre) no recuerdo lo retratado en las fotos viejas y amarillentas que mamá aún tiene de mí, con un conjuntico tipo mario-bross. A veces me tomo la molestia en pensar, ¿qué pasaría si un día despertara y no me acordara de absolutamente nada? ¿podría eso ocurrir? (claro, obviando el hecho de que pueda sufrir de Alzheimer) ¿Debería hacer algo por si acaso eso llegase a pasar?

La respuesta es que ya tengo la respuesta al dilema: un código QR tatuado en mi brazo, que al leerse, me dé la dirección de algún almacén en la nube, la clave para acceder y el documento a buscar, el cual contendría toda la información, que como mínimo debería conocer.

Por ahora, es una solución que aún no voy a implementar. El día que decida hacerme un tatuaje, pondré manos a la obra. Faltaría buscar que quien me tatúe, tenga el pulso y la paciencia suficiente para tatuar correctamente el código.

3 comentarios:

  1. Tenemos suerte en este tiempo. Cuando antes, hace sólo una década, una persona sufría una catástrofe y perdía su casa, con casi toda seguridad se quedaba sin recuerdos tangibles. Adiós a las fotografías, cartas, músicas... Hoy día, casi todos los que nos tiramos la vida pegados a un pc, tenemos todo lo que tememos perder en el ciberespacio. Lo malo es cuando el ciberespacio nos gasta una mala pasada, como cuando se cargaron Megaupload. Casi toda la gente lo utilizaba para el pirateo, pero nosotros teníamos un montón de fotografías y documentos en él. No hubo forma de recuperarlo.

    Sería interesante como historieta lo que propones. Imagina, un personaje que se despierta sin recuerdos y tiene que descubrirse poco a poco por un código que tiene tatuado en el brazo. ¿Y si no le gusta lo que averigua?

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  2. Bueno, aún soy bastante conservador con eso de dejar las cosas en el ciberespacio. Tengo ciertas cosas en dropbox, pero no representa ni el 10%, ni en lo personal, ni en lo laboral, por aquello de que una vez que sale del disco duro, quién sabe quién puede acceder a ellos.

    Respecto a la historieta. no creo que cualquier tatuador haga ese trabajo, así que lo haría una máquina especializada, traduciéndose a una agencia especializada, terminaríamos en un especie de "supremacía bourne". Por favor, no tengo neuronas para inventar ahora, pero no quiero que nos demanden por derecho de autor, es lo único que se me ocurre. Voy a llorar!!!!

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  3. ¿Todo bien? Espero que tu ausencia del ciberespacio se deba a que te ha secuestrado tu novia y está demostrándote todas las variables posibles del Kamasutra; o, en su defecto, que te haya tocado algún premio gordo en la lotería que tengáis por allí; o, simplemente, que necesites un descanso en esto de darle a las teclas.

    Espero que todo vaya bien y que estés pasando una felices navidades.

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