martes, 29 de octubre de 2024

Perdonar significa perdonar lo imperdonable

Recuerdo que alguien me dijo que perdonar era de Dios. Nosotros los humanos solo podemos disculpar.

No hace mucho, me encontré con ese dilema, el tener que superar una situación donde obviamente había que perdonar para seguir adelante. Definitivamente no era disculpar, porque no fue un sin querer queriendo, como lo seria un accidente o algo involuntario sino algo premeditado, con alevosía. Finalmente comprendí la diferencia.

Soy partidario de no llevar el rencor a la tumba. El rencor es veneno y a más rápido se sane, mejor para uno. Poco me importa la contraparte. Sin embargo buscando opiniones me consigo con el título de esta entrada. Una lección bastante fuerte, no cualquiera supera la lección.

Algo muy importante que mencionó el ponente, es que puede haber condonación sin reconciliación o viceversa. Me acordé de las parejas que tras una infidelidad vuelven, pero aprovechan cualquier oportunidad para recordarlo. Obviamente no lo han superado y mucho menos haber perdonado. Hubo reconciliación pero no perdón.

Buscando algo más práctico para extrapolar, conseguí algo: es como cuando tienes un cuchillo que adoras mucho y por accidente te corta, te abre una brecha de hospital. Hay que dejar que la herida sane, cicatrice, pero lo más importante es que deje de doler. Perdonar no necesariamente significa que debas usar de nuevo el cuchillo para probar que ya sanaste, sino que cuando finalmente tengas el cuchillo en tus manos, no te duela la herida, ni recuerdes el dolor que te causó. Si la herida ya no duele y ya no hay trauma, has con el cuchillo lo que quieras: vuelve a usarla, pero con más precaución o simplemente desechalo. Importante es que la herida no duela, cada vez que vea la cicatriz.

Dicho eso, Ya no me duele la cicatriz.

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