sábado, 13 de diciembre de 2025

Cuando se ven grietas por todo lados: improbabilidad, fe, confusiones y certezas

Este es mi segunda entrada desde que estoy al otro lado del charco. Aún no termino de asimilar que mi vida cambió, que ya no estoy en el lugar donde quería quedarme, que las personas que han estado allí, físicamente al lado, amistades, cómplices, rostros sin nombre que están allí, desconocidos que se saludan, almas gemelas que comparten cafés, interminables charlas de todo, ahora sólo toca llevarlos en el corazón, tenerlos al otro lado de una pantalla. A todos les dije que la tecnología une, que ciertamente lo hace, pero hace falta esos abrazos, ese calor, hace falta el café que quema. Cuando uno es adicto a algo, en mi caso al café, su aroma, su sabor, pero lo más importante, ese momento que se sella, sobre todo si el café está caliente que quema, siempre estará con uno esos recuerdos.

Con razón por lo general uno recuerda los madrugonazos de trabajo, casi siempre van acompañados de café caliente y cargado. Otra manera de validar que un buen aroma o un buen sabor hace recordar cosas. Nada como un café tan caliente que quema, que te quita el sueño de una, te hace volar, te hace sentir certeza de que el ahora es la realidad y toca, sea para bien o para mal, vivirlo. Yo en lo personal prefiero disfrutarlo. Llámenme masoquista, pero las cosa buenas se disfrutan y las cosas malas hay que buscarle la manera.

Y ¿por qué en esta extraña introspección menciono grietas? Desde que el dia de ayer mi cuerpo tocó la cama, sentí una extraña sensación de vacío que no recordaba, pero me era familiar: grietas.

Ayer vi en mis gomas (zapatillas para quien no sea mi paisano de nacimiento) grietas, producto del uso. Me han acompañado a aventuras con Selene, han visitado lugares que jamás creí ver, me trajeron a este lado del charco y finalmente ayer las veo agrietadas. 

Veo mi alma en este instante agrietado por esa sensación de vacío. Es nuevamente la paradoja quien me impacta como el cruel avanzar del tiempo hacia adelante, llevándose por delante mis memorias, mostrándome mi inevitable futuro, riéndose a carcajadas de mis ilusiones, diciéndome que hay cosas imposibles, que vuelva a ser el ser frío, calculador, productivo (¿y cuándo lo fui?) que deje de abrir con signos de interrogación, que se conforme con la realidad.

Escribir es terapéutico. hay cosas imposibles: una moneda solo tiene cara y sello. ¿Es posible que caiga de canto? imposible no, sólo es improbable, como lo es que un conjunto de moléculas constituidas en el ser que escriban estas líneas exista. Y sin embargo aquí estoy. la probabilidad que una moneda caiga de canto es de 1/6000 (cortesía de GEMINI). he tenido fe en hechos menos probables, así que ese valor es más que aceptable.

Tengo certeza, a través de la fe, que las cosas ocurrirán, que aunque hayan mil grietas, tendré suficiente pegamento para mantenerme unido, no perder la cordura, no perder la fe. Para quien lea esta entrada, seas quien seas, recuerda que habrán días malos, días en donde hay tantas grietas que ya no quieres sostener y dejar que la gravedad haga el resto. Desde estas letras te digo que lo único que podemos permitir que la gravedad domine es nuestro cuerpos, pues al fin y al cabo hay que dormir, hay que llorar, permitirnos quebrarnos, pero nunca dejar de sostenernos con fe, no permitir que nuestro ser, vasija que contiene un pedacito de Dios, por más grieta que tenga, contendrá su bendición, nuestras esperanzas. 

De seguro es la crisis de los 42. hoy si o si compro la bombita de aire, si o si, lleno esos benditos de cauchos y me lanzo a rodar. El corazón lleno de grietas, que siga latiendo, que nunca deje de latir, que cada latido valga la pena. LATO

 

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