sábado, 23 de agosto de 2014

Fisura en la omnisciencia (última parte)

Acto VIII, Epílogo materializando los deseos.

La calma de la nave, se siente a la par de la información de la inmensa cantidad de señales que inundan las pantallas. La brecha desaparece detrás de nosotros. Un silencio ensordecedor inunda el puente. La ausencia de Beka en el holotanque es tan espantoso como el crujido al que la nave estuvo sometido. Los navegadores, procesaron buena parte de la información captada. "Capitán, señal de radiofaro de la Instalación 03, con fecha terrícola de 07/11/2561, tres días después de nuestro salto temporal" - "Entonces ya estamos en el momento correcto. Hubiese querido estar en la Tierra, pero me conformaré con la 03. Comunícame con la estación para iniciar los protocolos de atraque y repostaje", dio media vuelta, para tener a la doctora Lena y a mi a la vista, "Muy buen trabajo, a ambos. Ltenio felicita a tus muchachos de mi parte, retirate y toma un descanso. Doctora Lena, gracias a usted estamos de vuelta. Quiero que me haga un favor, haga lo necesario para que Beka vuelva al servicio". La doctora Lena, con una sonrisa en la boca, aunque con una cara de agotamiento evidente, le responde: "claro que sí, capitán. en seguida me encargo de ello desde el laboratorio".

La doctora y yo salimos del puente. Al cerrar la puerta detrás de nosotros, la Doctora Lena, intenta desprender sin éxito el proyector de luz sólida de mi traje. "¿Sabes que estás violando el procedimiento estándar para la manipulación de tecnología alienígena en espacio colonizado, verdad?" Le miro, como el padre que le niega a su hija pequeña el permiso para salir a jugar, una ventaja que los más de dos metros de estatura proporciona, "Supongo que fuerza y velocidad sobrehumana compensa cualquier ignorancia sobre procedimientos. Este aparato está a mi cuido y lo estará hasta que considere lo contrario".

De repente, mi visión se torna blanco, justo como cuando se nos apareció la Bibliotecaria. una luz cegadora, que al disiparse, vimos primero la figura, y luego aclarándose con el paso de unos segundos, su rostro. "Amados hermanos, estoy finalmente, como las sagradas escrituras establecen, al lado de mi padre. Ustedes creyeron en mi porque vieron con sus ojos lo que escucharon con sus oídos. Bienaventurados los que crean sin haber visto, porque ellos serán saciados en su sed de conocimiento". De nuevo la luz cegadora, estábamos de vuelta en la nave. El rostro de la doctora me delata que también vio lo mismo. Entro de nuevo al puente, y consigo al capitán con la misma expresión. El resto del personal en el puente parecía inmutado, era evidente que no sufrieron nuestra "alucinación colectiva".

Con más dudas que respuesta voy a la armería para que me quiten el traje de encima. Luego regreso a mi habitación con el proyector en mis manos. Sigo sin pensar para qué lo querrá Beka. Un buen baño, una buena comida y una buena siesta. Perdí la noción del tiempo.

Despierto percatándome de la imagen de Beka en el holotanque observándome. "Hola, Beka, veo que ya estás de vuelta. ¿Cuándo vas a aprender a tocar la puerta antes de entrar?" - "cuando tu y yo dejemos de ser amigos. ¿Listo para reactivar un holoproyector de luz sólida?" - "¿Quién? ¿Yo? ¡pero si ni tengo las herramientas, ni el conocimiento ni la destreza para hacerlo!". De repente, alguien toca la puerta de mi habitación. al abrir, veo a uno de los de mantenimiento con una carreta lleno de herramientas de todo tipo. "Ordenes del Capitán. Todo esto es suyo, por ahora, ponga su dedo aquí."

"ya tienes las herramientas, yo tengo el conocimiento, y no te subestimes, confío en que tienes las destreza. Yo te guiaré paso a paso, haremos que ese trasto funcione". Beka lucía muy emocionada, cual panadera recién mete su futuro postre al horno, a la espera de que se convierta en una obra de arte. La cirugía reconstructiva empezó. paso a paso, pieza por pieza, cables por aquí, tarjetas, por allá, soldaduras en unos puntos, sellados por otro, unos cuantos chispazos... nuevamente volví a perder la noción del tiempo. No sé cuánto tiempo transcurrió. Mi estómago me indica que debieron de transcurrir unas seis horas, porque el hambre era insoportable. Ahora que me acuerdo, ni siquiera desayuné por culpa de Beka, aunque la verdad no me dio hambre hasta ahora. Nuevamente tocan la puerta. Esta vez era el capitán. "Buen día Ltenio, Beka me dijo que me querías mostrar algo, que era personal" - "La verdad es que no sé, Beka me tiene reparando este trasto desde hace unas horas. sólo falta colgarlo en el techo. A ver, ya está"

La imagen de Beka desaparece del holotanque. del proyector empiezan a irradiarse haces de luces, que dieron vida a la imagen de Beka en tamaño real. Veo la cara de asombro de Beka, palpándose las mejillas, deslizando sus dedos entre su cabellera. La misma cara se reflejaba en la del capitán, su ceño fruncido de siempre desapareció, dando lugar a un rostro completamente desconocido para mí. Beka camina hacia el capitán, reduciendo la distancia entre ellos a la mera separación producto de la vestimenta. Toma las manos del Capitán, y los lleva a su rostro. El silencio invade mi desordenada habitación. Un beso apasionado entre una imagen fantasmal y un ser humano ocurre frente a mis ojos. Un beso que terminó por dejarme sin dudas de aquellos amantes que se deseaban con pasión, y que en este instante, el mundo les era ajeno.

"¡Aaaaajá!, supongo que no necesitan a un electricista, iré a ver que hay de comer, porque el hambre me está causando alucinaciones, Capitán con su permiso, me retiro. Le ruego me dejen el cuarto ordenado". Beka, con un tono burlón me responde: "¡pero si el cuarto está desordenado!" - "Considéralo un pago por el trabajo hecho. Además, si estuviese ordenado, les diría, que no desordenen." - "No me tientes con aplicar tecnicismos. Además, no querrás que nos enteremos de tu terminal con chicas ardientes, tus mensajes privados con la Doctora Lena o la cámara de seguridad que destrozaste en un arranque de ira" - "Capitán, Beka sólo estaba bromeando. Y yo también, dejen el cuarto como quieran, sólo procuren estar cómodos y hagan caso omiso a todo lo que encuentren". - "Sí, sólo estaba bromeando. Es hora de almuerzo. El menú te encantará. Por cierto, cuando termines de almorzar, pasa por la oficina de la Doctora Lena. Dice que quiere plantearte una propuesta. y gracias por este regalo y tu silencio al respecto. Toma este etéreo presente de mi parte". Beka levanta levemente su camisa, dejándome ver el piercing de su ombligo.Hábilmente lo desprende levanta mi mano con la suya y deposita esa pequeña joya fantasmal en mi mano. Eran cálidas como las de un humano, suaves como las de un recién nacido, el piercing se sentía, metálico, con peso, lo podía definir perfectamente como uno de verdad, porque lo sentía con mis manos, con mis dedos, aún con mis puños cerrados.

"Desaparecerá cuando te alejes de la habitación. Era parte de mi. Ahora será parte de ti". Es el regalo más extraño que he sostenido en mis manos, son las manos más extrañas que he tocado, es la sensación más extraña que ni sé cómo describir. Con el pequeño obsequio en unas de mis manos, la otra rascando mi cabeza casi calva (estúpido corte militar), salgo de la habitación rumbo al comedor. ¿Qué pasó en mi habitación? No lo sé, supongo que estudiarán anatomía, tal vez jugarán twister, siiiiiii, twister, o quizás estén revisando mis cosas. ¿Cómo se enteró Beka de mi tablet con las fotos? Además, no tiene nada de malo, son puros rostros bonitos, ¡no se les ve nada de los hombros para abajo! Ahora que lo pienso, espero que la Doctora Lena no haya leídos esos mensajes que nunca les envié, aunque conociendo a Beka, es capaz... un momento, ¿y cómo se enteró? ¡si la tablet nunca estuvo conectada a nada! Bueno,que importa, primero lo primero, ¡es hora de comer!

martes, 19 de agosto de 2014

Palabras adecuadas que no tienen precio

De papá no tengo muchos recuerdos, conviví con él apenas doce años, sin tomar en cuenta todas las cosas malas que mamá me dicho sobre él a lo largo de mi vida consciente. Sin embargo, soy de los que deciden cuándo creer algo y cuándo no, y respecto a mi padre, sólo guardo en mi memoria momentos muy gratos con él, aunque en cantidades muy pequeñas. Supongo que se es difícil para un hombre de más de medio siglo de edad seguirle el trote a un escuincle (suena bonito esa palabra, es de origen mexicano que significa niño, cortesía de las novelas e internet) aún siendo enfermizo y poco travieso.

Papá siempre fue muy conversador, aunque no conmigo, supongo que por la diferencia de edad; dudo mucho que converse conmigo sobre los "Transformers" o los "GI-Joe" o "Hi-Man". Jugar al ajedrez con él era un momento muy preciado para mi; fue él quien con paciencia y casi tres infartos (uno diario) me enseñó a montar bicicleta, y desperdiciar dos horas diarias de su vida para ir a elevar volantines conmigo.

Defectos tenía y bastante, fumaba, tomaba y apostaba. Redujo su consumo de tabaco debido al problema respiratorio que tenía, el cual era cada vez más grave; redujo su consumo de alcohol debido a la hipertensión; dejó de apostar, la verdad no sé por qué, creo que nunca tuvo racha ganadora. Y siempre nos dijo a mi hermano y a mí, que no fuéramos vicioso como él, que era un vivo ejemplo de lo que no debemos ser. La verdad no estoy muy seguro de querer o no ser como él; siempre tenía una sonrisa en la cara, aún en los momentos más difíciles, creo que eso de ser medio hippie lo heredé de él; mientras todo el mundo corre alejándose del peligro, yo sólo subo los hombros, hago una mueca, doy media vuelta y camino como si nada hubiese pasado, Claro, en función de la volatilidad del peligro, incremento la tasa de desplazamiento vs tiempo, tampoco soy tan tonto.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Benditos puntos y comas.

Tenía pensado otro título, como "los hijos de..." o "los cesareados..." pero quiero evitar censuras, al fin y al cabo, supongo debe entenderse a la perfección el sarcasmo asociado.

Para los dedicados a la literatura, ambas cosas tienen su uso muy específico, algo que ellos saben aprovechar. A nivel de programa, la mayoría proviene de Gringolandia, (al menos los que yo uso), y por tanto, el lenguaje oficial de mi laptop de trabajo es Inglés de Estados Unidos. Eso significa tres cosas: fechas, invertidas (primero el mes luego los días), los puntos son para decimales, y las comas para los miles.

Excel es lo suficiente inteligente para hacer los acomodos de manera inmediata cuando se cambia de un lenguaje a otro, algo que suelo hacer. Hasta el día de hoy, cuando una tabla a la que le dediqué dos días de trabajo, para reducir a cero los errores y automatizar conteos en una tabla que la usarán por más de un año, casi echa por suelo mi reputación.

La razón fue el abuso de comandos de búsqueda y concatenación. En las búsquedas los decimales los decimales se precisaron con puntos, pero al fin y al cabo eran texto, cosa que el Excel no entendía. En la o las computadoras en donde se ejecuta dicho archivo, estaba en español, por lo que los decimales se expresaban con comas, y ayayai!!! Cero coincidencias. Tres segundos bastaron para detectar y corregir el error, nada que “buscar y reemplazar” no resolvieran. Ahora sí, la tabla le funciona al jefe a la perfección. Soy un genio! Era broma, sólo imito a un personaje, que en definitiva no era un genio. 

Moraleja: Cuiden los puntos y las comas, tanto en los programas, como en los escritos. No querrán que por una cola, de más o de menos (la diferencia visual entre un punto y una coma, les arruine el día, el significado de lo que quieren expresar, o convertirse en el hazmerreír de los demás, como suelen hacer los disque artistas.

Agradecimientos a la luz

Gracias al Señor José, acabo de añadir a mi desnutrida lista de lecturas, un blog titulado hemeroflexia. Con una forma de escribir muy pulida, sin embargo bastante agradable a la vista, cosa que no ocurre con los libros de física: si se entiende le falta contenido; si tiene buen contenido no se entiende.

Una de sus entradas, titulada “aforismo”, recoge verdades que si bien son obvias, vistas desde ese punto de vista literario, resultan ser más atractivos. Una de ellas hace referencia a la luz, acompañada con una foto, supongo que retocada, muy emotiva, principalmente por los utensilios colgados en la pared, parecen “woks” (sartén gigántesco chino, con que se sofrita cualquier cosa y en donde se prepara arroz chino de verdad. Sobre el arroz chino… mejor lo dejo para otro día), que me recuerdan mi niñez. quiero, en cierto modo continuar, con ese aforismo, o más bien extrapolación, sea como ejercicio o sea como mi punto de vista, con el permiso de quienes deba. Aquí va: 

Lo primero que hizo Dios, antes de que nada existiera, fue la luz: signo de justicia y rectitud, valores efímeros como ella misma; se tapa con cualquier cosa ensombreciendolo todo, y la gravedad la doblega. Más rápida que ella no va nadie. Los que logran alcanzarla, consiguen a su paso inmortalidad, pues el tiempo se detiene, y quienes la superan dejan de existir, por culpa del E=mc².

La luz, en su ausencia la oscuridad prevalece. Sin justicia y equidad, el caos es quien domina. No es raro, la atribución de este fenómeno a estos valores, definitivamente. 

Todo lo que se puede ver y sentir es real. Hay cosas que se sienten pero no se ven: el viento o los campos magnéticos; hay cosas que se ven pero no se sienten: la luz o las golosinas tras un cristal; supongo que bajo el dilema anterior serían semi-reales. Cómo clasificamos aquello que ni vemos ni sentimos? Fe ciega? Realidad infrarroja? Mejor, podríamos llamarlo infrarrealidad. (la luz infrarroja existe, pero no la vemos a simple vista, hace falta equipamiento especial para ello. Creo que mejor me quedo sacando cuentas y dibujando planos.

Así que, para esas cosas infrarreales, que a veces negamos y otras veces pedimos que sean ciertos, y que sus predicadores afirman con una certeza cual dos más dos igual a muchos problemas, habrá algún equipamiento especial para verlos? A mí me gustaría que existieran. Ver fantasmas, el otro mundo, (llámese como se llame), las famosas auras, y cómo no, a Dios… mejor no, al menos no ahora, que tengo cuatro pelos de gato mal distribuidos alrededor de mi boca, conocidos como barba y bigote. Lo bueno de mi caso es que las máquinas de afeitar no son un gasto para mí: aún sigo usando la desechable del año pasado, sólo falta la disposición de usarlo.

lunes, 11 de agosto de 2014

Propiedades de Autocad

No es técnica, mucho menos artificio. Al igual que muchos programas, Autocad tiene la opción de mostrar las propiedades de los objetos. Basta seleccionar los objetos deseados y luego presionar botón derecho>propiedades, o en su defecto Control+1. 

Desde este menú, se pueden visualizar modificar fácilmente todas las propiedades de los objetos seleccionados: desde cosas básicas como su layer (capa), color o tipo de línea; su ubicación y orientación; incluso propiedades muy específicas de los elementos, como el grosor de la polílinea, el contenido del texto, los atributos de un bloque, e incluso las propiedades dinámicas de estos últimos.

Ayer le saqué provecho a ello: distribuí rejillas de aire por todo el área común del centro comercial, en base a caudales, tiros y relacionados como nivel de ruido, velocidad de aire y demás chacharas. Era sólo copiar y pegar espacios vacíos, sin alineación, y una distribución al "ojo por ciento". Ya estaba todo cubierto. era hora de alinearlos: divisiones uniformes, líneas guías, para formar una cuadrícula. tenía dos opciones: tomar las rejillas una por una y ubicarlas en su posición en la cuadrilla, o seleccionar todo un conjunto, desplegar sus propiedades y tipear su ubicación exacta primero en vertical, luego en horizontal. Elegí la segunda.

viernes, 8 de agosto de 2014

Probando Cosas nuevas

Al fin voy a escribir directamente sobre el blogg, y no sobre word o sobre una hoja de papel, podría haber sido peor, sobre papel higiénico, sobre un muro, o incluso sobre mi propia piel. Suelo ser exagerado, mil disculpas por ello.

Tengo complejo de gato asustadizo. Todos los que me conocen saben que no deben, bajo ninguna circunstancia pegarme un susto cuando estoy muy relajado o excesivamente concentrado. Soy de los que pegan un brinco para atrás, un puñetazo hacia adelante, y alguna exclamación obscena. Sin embargo, sólo soy asustadizo, pero no miedoso. En tanto, si evalúo algo, y no le consigo la seguridad de una muerte certera, le echo piernas. Con esto aclaro, que no está en mi lista de cosas para probar, fumar, drogarme, volverme don juan o clavarme un puñal cinco veces en el corazón y ver si sobrevivo, al menos no en este instante.

Hoy, y sólo por pocos días, la oficina es única y exclusivamente para mí. Situación ideal para probar algo que siempre he querido, pero que la jefa jamás me permitió: dos monitores. Sé que para muchos es algo cotidiano, de hecho en una de las consultoras que visité, todos sus trabajadores tenían doble monitor, algunos más hábiles en usarlo que otros. Pues los menos hábiles, se perdían abriendo archivos, localizando íconos, e incluso buscando el puntero del ratón.

Soy un usuario de múltiples programas simultáneos: autocad, Excel, el programa de cálculo de turno, música, correo porque siempre hay algo para adjuntar, que pesa mucho, y que un internet lento no ayuda, (tampoco ayuda que el jefe lo vea una vez cada una o dos semanas; hay cosas que me hacen pisar más fuerte, con más seguridad con su visto bueno “in situ”)

Por ahora, tres minutos, para adaptarme: pantalla principal, todo es desde aquí; pantalla secundaria, un especie de monitor congelado; todo abre y se trabaja en principal, todo se lee o se congela en secundario. Creo que voy bien, el puntero no se me ha perdido.

Sólo será para pasar la fiebre. Debo ordenar todo antes de que la jefa vuelva. Si algo me han enseñado, es nunca discutir con una mujer, siempre el hombre sale perdiendo, no importa quien sea: abuela, madre, amiga, hermana, novia, esposa, querida, hija y hasta nietas.

Ya lo he disfrutado por unas ocho horas. La verdad salvo para revisar unos detalles en el plano general para plasmarlo sobre unos planos de detalles, que fueron apenas, unos minutos, no he tenido necesidad real de voltear hacia el segundo monitor. Tal vez mañana, cuando empiece con la redacción de los documentos le saque más provecho, o llegaré a la conclusión de que la relación costo+espacio+recursos/beneficio de tener dos monitores lo vuelve innecesario.

Entrenando una discípula

Desde siempre me han gustado los juegos de pensar. En ese compendio se agrupan gran parte de los juegos de mesa. Como buen descendiente de chinos, conozco varias formas de jugar cartas, dominó, mahjong (dominó chino algo complicado de jugar), y ajedrez, tanto tradicional, como los inventados por los propios chinos.

El ajedrez es algo que siempre me ha gustado. Debo admitir que tuve un buen profesor: un vecino muy experto, quien no se cansaba de jugar hasta diez o veinte partidos diarios conmigo. No era necesario dedicarme demasiado tiempo, a cinco minutos por partido, donde siempre pierdo el juego y gano un poco de experiencia, no pasan las dos horas. Luego del éxodo, mi contrincante era mi padre, aunque era en ajedrez chino, cuya esencia es similar.

Tras el regreso al habla hispana, mis posibilidades de tener un contrincante humano de ajedrez se esfumaron. Jugar con la computadora, resulta ser monótono y sin sentido; o le ganas muy fácil, o es imposible ganarle o simplemente “Control Z”, volviéndolo aburrido. Estando en la Universidad, aunque varios sabían jugarlo, simplemente se aburrían demasiado rápido, y la cosa no pasaba de uno o dos partidos. Jugaban a un nivel similar al mío, nivel novato queriendo afrontar expertos.

Desde hace uno días. La mayor de las hijas de mi jefe, retomó el gusto por jugar ajedrez. Nadie en su casa sabe. Intentó enseñarle los movimientos básicos a su hermana, quien juega ajedrez como si fuera damas: "me como todo lo que puedo". A punto de aventar el ajedrez por la ventana, decido convertirme en su contrincante e instructor. 

Progresa demasiado rápido. No llevamos ni siete partidos en lo que va de tres días, y ya logró ganarme un partido, (admito que la ayudé un poco a que lo consiguiera), ya descifra mis estrategias, osa amenazarme (en el juego) e incluso sostiene un partido por más de cinco minutos, sin mucho pensar y sin ninguna explicación. Al ritmo que va, con una buena instrucción, (espero lograr mi cometido), se volverá una contrincante a mi nivel, y así podré disfrutar de buenos partidos de ajedrez, aunque la verdad, ya lo estoy haciendo.

Recuerdo mis primeros pasos por ese tablero de sesenta cuatro bits, digo cuadros: treinta segundos por partido, todos ellos terminando en humillante derrota (le gané un solo partido a mi profesor porque se descuidó y supo ponerme en mi sitio rápidamente), y muchas, pero muchas horas de juego para llegar al nivel que ella alcanzó en tan sólo siete partidos. Definitivamente, o tiene talento o yo soy muy malo.

Gato asustadizo

Debo admitir que cuando era pequeño, por influencia de mi hermano, maltrataba mucho a los animales. Eran simples juguetes que alimentabas y que reaccionaban ante estímulos. Darle vuelta a los gatos hasta marearlos, atarle latas a la cola, lanzarlos desde un decimoquinto piso en paracaídas (en mi defensa diré que fue mi hermano, y que yo no tuve nada que ver, no supe hasta que volvieron con el gato temblando y el semblante idéntico a quien haya visto un fantasma).

Tras conocer a mi primera novia, excesivamente querendona de animales, mi punto de vista cambió para el el bien de esos pequeños seres que nos rodean, y cómo no, para mi propio bien. No es lo mismo que tengas que prácticamente cazar un gato, a que éste se te acerque para que lo mimes. No es lo mismo un perro que te ensalive cada vez que te vea a que te mire con cara de pocos amigos.

Respecto al gato paracaidista, fue el primero en tener éxito con el paracaídas. Según cuenta mi hermano, el primer modelo de paracaídas fracasó, traduciéndose en un gato que cayó de cuatro patas, pero… mamá no se molestó por ello, el gato no era el de la casa, como sí lo era el que tuvo éxito con el paracaídas. Mi hermano ya maduró y para no maltratar a los animales, simplemente no los tiene.

El charquito del puente

Mi linda y bella ciudad. Esta frase, para los que viven en mi ciudad suena a sarcasmo. Y tienen razón. No es linda y mucho menos bella. Los gobiernos regionales y municipales de turno han hecho lo posible por no hacer nada con la ciudad. Desde dejar de recoger la basura, dejar de limpiar los parques, dejar de destapar las cañerías que se tapan… hacen todo lo posible por dejar. 

Aun así, es mi ciudad. Me vio nacer, crecer, correr a través de ella, recorrerla en bicicleta a más de 37C y a pleno sol del mediodía sobre mi cabeza. Mi primer beso encima de un puente, mi primer amor debajo de una choza, la convierte en una hermosura. Es como ver a nuestras madres: puede que no sean miss universo, que estén gorditas, arrugaditas, y con cara de pocos amigos, pero para nosotros siempre será bella, como el primer día que tomamos conciencia de su existencia.

Vivo cerca del centro. Un lugar al que muchos rehúyen. Mi adolescencia paso allí, era el paseo matutino de mi madre, y era la vida de mi padre. Es una ciudad que no acostumbra a llover, y que nunca estuvo ni está preparada para que llueva. Muchas ciudades siguen su ritmo cotidiano con o sin lluvia; la mía se paraliza con su llegada por completo: cero transporte, calles inundadas, nadie tiene paraguas, la basura y las cloacas contaminan los charcos que se forman gracias a las calles mal asfaltadas, y cómo no, la electricidad hace gala de sus deficiencias de mantenimiento, produciéndose interrupciones intermitentes e incluso apagones por buen tiempo.

Hacía mucho que no llovía. Fue este sábado, el día que internet volvió, y con la misma se fue. El charquito debajo del puente que debo cruzar cada vez que llueve volvió a formarse luego de casi un año, la sequía la mantuvo fuera por mucho tiempo. Zapatos de seguridad son de gran ayuda, para pasar por el muro en diagonal evitando el charquito lleno de barro, mucha basura y un olor a queso de esos añejados que no son muy agradables. Todos se quejan al pasar. Yo lo cruzo como si fuera un niño en un parque de columpios. Tal vez cuando sea alcalde elimine ese charco, con un buen asfaltado, un sistema de cloacas, o un camión de limpieza, considerando lo poco que llueve en la ciudad. Tal vez no. Tal vez, tenga que empezar a pagar todos los favores adquiridos para llegar a ese puesto, y cuando revise, el presupuesto no alcance ni para un desayuno decente, así que preferiré desayunar con lo poco que quedó. Será por eso que ningún alcalde hace nada? Sé que no. Pero algo muy dentro de mí, esa parte terriblemente ilusa, se niega a aceptar esa realidad.

Polyline, algo más que líneas conectadas

En autocad, cuando se va a dibujar un conjunto de líneas, nuestro instinto nos induce a presionarla tecla “L” de “line”, para los más novatos, seleccionar de la pestaña, y luego dibujar las líneas que necesitamos a la longitud e inclinación o en su defecto desde un punto a otro. Les invito a presionar una tecla más. Presionen “PL” de “polyline”. Tendrán un resultado similar a dibujar una línea, de hecho no notarán la diferencia, pues incluso puede “cerrarse” pulsando la tecla “c”.

Si es igual, por qué de la invitación?. A nivel de dibujo o trazado es idéntico. Hasta allí la semejanza. A diferencia de una simple línea, la polilínea toma todas las líneas dibujadas desde la activación del comando como un solo conjunto, lo que significa que se pueden modificar (mover, copiar, rotar, escalar, estirar) todas al mismo tiempo. Adicional a ello, se pueden obtener a partir de ella datos muy útiles para el proyecto en cuestión: longitud de la polilínea, área encerrada por esta (un rectángulo dibujado desde el comando “rectang” es precisamente una polilínea!), ubicación de vértices, e incluso se puede modificar el grosor de las líneas, convertirlas en curvas, bien sea al momento de dibujar o luego de modificar.

En función de la versión Autocad, la polilinea ofrece ventajas adicionales. A partir de 2011, creo, permite el desplazamiento completo de una sección sin necesidad de utilizar el comando "stretch", convertir esta en arco, eliminar o añadir vértices sin necesidad de abrir el “polyline edit” (que por cierto, se activa con “pe”.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Acto VII

Visitando a la bibliotecaria, a velocidad aparatosa

“Ltenio, el Capitán te solicita en el puente”, me dice Beka mientras aparece en el holotanque del hangar. “Dile que voy enseguida”, con un evidente tono de pereza. Al llegar, veo al capitán con el ceño fruncido, como normalmente lo encuentro. “Capitán Guille, Ltenio reportándose”. – “Deja las formalidades”, me interrumpe, “Requiem es un lugar peligroso y desconocido para nosotros. Le costó el puesto al Capitán Del Río y la reputación a Lasky y a Palmer. Quiero que vayas con toda la ayuda disponible. Beka, estás lista?”. Beka, dirige su mirada hacia mí. “Ltenio, al fin saldremos de paseo”, dirige su mirada hacia el capitán. “Estoy lista Guille”. Su imagen desaparece del holotanque. El capitán extrae la matriz. “Ltenio, tráela de vuelta a toda costa y como sea. No es una orden, es un favor que te pido”, me dice mientras la entrega en mis manos. Sostenido la matriz con mis manos, le respondo: “Según el Protocolo Cole, ninguna IA debe ser destruida ni capturada. M encargo de que el protocolo se cumpla y que ella regrese”. La inserto en la interfaz para tarjetas del casco y me la coloco. Siento el singular “clic” de la sujeción y la presurización del sellado. La interfaz visual se despliega y veo a Beka en pantalla. Escucho en el altavoz del traje: “Guille, dejé todas las subrutinas necesarias para facilitar el control manual de la nave” – “Ve, y concéntrate en la misión, de la nave me encargo yo”. “Señor, cuando volvamos y estemos en el año correcto, jugaremos un partido de fútbol”. – “Hecho, y luego nos tomamos un par de cervezas”.

La Serenity se coloca en posición, cerca del planeta – escudo, pero lejos de su campo gravitatorio. Nuestro pelican deja el hangar y se dirige a la entrada de Requiem. Sentado en el asiento del copiloto, veo a esa extraña esfera de metal gigantesca. Sin una pizca de vida, como si de un asteroide estilizado se tratase. De repente, un rayo de color anaranjado nos alcanza. Una estela se ve recorriendo todo el interior de nuestro transporte. Luego, se ve en la parte frontal de la inmensa esfera unas enormes compuertas abriéndose. El pelican, empieza a entrar desde el espacio abierto dejado por el abrir de las compuertas por una fuerza gravitatoria que hasta hace poco no estaba, justo como esperábamos. El Pelican se desliza dentro del planeta, y desde el interior, se observa un ambiente completamente distinto; un cielo azul con nubes, un sol radiante y de un tamaño que no coincide con el que está afuera del planeta. Desiertos áridos en una zona, océanos azules en otro, desde lejos se observan montañas cubiertos de nieve, áreas verdosas que parecieran ser bosques o tal vez selvas. Aún sigo sin comprender, como una raza puede poseer tal capacidad de cubrir un planeta entero con un escudo de metal de kilómetros de espesor, proyectar un cielo tan hermoso dentro de él, y permitir vida en su interior.

“Tenemos un problema. La fuerza gravitatoria es demasiado fuerte para los impulsores del Pelican, a duras penas puedo mantenerlo estable, pero no puedo zafarme”, dice el piloto, la teniente Claudia. – “desvía toda la potencia posible hacia los motores principales, y redirige los impulsores elevadores hacia atrás, si logramos zafarnos, estabilizaremos con lo que podamos”, dice Beka, utilizando el altavoz del traje. _ “Eso intento, pero no nos estamos moviendo lo suficientemente rápido, a esta velocidad llegaremos al suelo antes de poder salir del campo”. – “Sólo necesitamos un empujón, elimina los seguros de sobrecarga y triplica la potencia”. – “Pero eso, freirá los motores!, no tendremos nada para estabilizar la nave, caeremos como una piedra!”, - “Caeremos en caída libre, mejor que a… 15Gs”. De repente, un tirón hacia atrás. Mi espalda se pega al asiento como si me siquiera tragar vivo. Dos estallidos casi al unísono se escuchan. “Los motores se echaron a perder, incluyendo los elevadores. Mayday, Mayday, Mayday, Pelican Bravo Cinco Uno, sin impulsores y en caída libre”. Era un grito al vacío. hay una grave interferencia radial dentro del planeta, que nos impide comunicarnos con la nave. Lo sabíamos, según el informes, el Spartan 117, conocido como Jefe Maestro, liberó sin saber al Didacta, al tratar de contactar con la Infinity para su rescate, en un intento por eliminar la interferencia que en este instante nos está afectando, y que por esa misma interferencia la Serenity está posicionado tan lejos del planeta.

“Teniente Claudia, ya estamos fuera del campo gravitatorio?” – “del proveniente del pozo gravitatorio, sí. Pero aún nos queda la gravedad innata del planeta, y sólo tenemos dos paracaídas…” – “Qué! Sólo dos? Como que no pensaban en transportar gente o qué?” Beka nos interrumpe: “Los Pelicans son básicamente para transporte de provisiones, además son extremadamente confiables. No se prevee el que no puedan aterrizar en una pieza”. – “Bueno, todos los días, se aprende algo nuevo.” Tomo uno de los paracaídas y voy hacia el compartimiento de atrás. “Maestro, su fe le permite lanzarse a unos 1.500 metros de altura y llegar al suelo sin un rasguño”. Jesús me mira con cara de asombro y luego vuelve a su actitud sereno y calmado, “Interpretaré su expresión como un sí. Doctore Lena, el paracaídas es para usted”. – “Pero si jamás me he lanzado en uno!” – “pues hoy es su día de suerte, este será su primer salto”. Entre sofi y yo, le colocamos el paracaídas, mientras le enseñábamos los pasos que tenía que seguir. “Teniente Claudia, el otro paracaídas es para usted. Avísenos cuando estemos a la altura correcta para saltar”. En tan sólo unos segundos, “listos para saltar, en tres, dos, uno, ya!” Levanto en mis brazos a la Doctora Lena, y doy un salto para alejarnos lo más posible de la nave. Jorge, hace lo mismo con Jesús. – “Doctora, la voy lanzar para alejarla de mí, ya sabe, cuando la aguja marque en verde, tire de la cuerda” – “Pero y ustedes?” – “despiértenos cuando llegue a tierra, bueno, al piso”. Trascurrieron otros segundos, y el paracaídas de la doctora se despliega, al igual que el de la teniente. Mientras vemos como ellas ascendían, mejor dicho, como nosotros íbamos al encuentro apresurado con el suelo. Dios, creo que esto va a doler. El traje y el escudo de fuerza deberían de absorber gran parte del impacto, nuestro huesos tratados deberían de mantenerse intactos, pero sin lugar a dudas, va a doler. Veo el suelo acercarse a mí, ya está enfrente de mí, ya…

“Ltenio, Ltenio, estas bien?”. Escucho a Beka gritándome. “Juro, que no vuelvo a beber, no vuelvo a beber” – “Pero si eres abstemio!” – “igual, no vuelvo a beber, no vuelvo a beber”. Me levanto del suelo, con todo el cuerpo adolorido, y el mundo dando vueltas frente a mis ojos. Tardé un poco de recobrar completamente la consciencia y darme cuenta del entorno que nos rodea. Me levanto del suelo, con el cuerpo aún adolorido, pero sorprendentemente puedo moverme sin mayores inconvenientes. Echo un vistazo a mi alrededor, y veo a la Doctora Lena, a la teniente Claudia, a Jesús y al resto de mi equipo acercarse desde puntos distintos. Todos estaban bien, al menos de una pieza. “Están todos bien?”, pregunto. Sofi me responde con un tono sarcástico: “si con bien te refieres a que estamos de una pieza, pues sí. Lo que sí es que pareciera que me hubiese aporrado un Brute” – “Así estamos casi todos. Vayamos al Pelican, a ver que nos quedó de armamento y munición que aún nos sirva, y luego vamos a buscar a la bibliotecaria”. De repente, veo a Jesús extender sus manos. Murmuró algo que no entendí, pero absolutamente nada, y como por arte de magia, todo el dolor de mi cuerpo desapareció. “su fe es extraña, fuerte, pero extraña. Tienen fe suficiente para levantar montañas, pero no conocen el amor que les tiene mi padre”. – “Maestro, lo que profesas funciona a la perfección en tu era, pero 2560 años después, muchas cosas se olvidan, a otras le restan importancia. Yo personalmente soy de los que no oran pero ni un poquito, pero sé que está allí alguien velando por nosotros, y según sé, nos dará lo que necesitamos sin pedirle, y nos negará lo que no es para nosotros, aunque le roguemos, eso lo digo por mí, los demás, allá ellos, Y gracias, por quitarnos de encima el dolor”. – “Ltenio, creo que has sido muy drástico con El Maestro, pudiste haber sido más… diplomático”, me dice Beka desde mi auricular. "Él sabe leer la mente, y sabe exactamente lo que le quiero decir”. – “Así es hermano mío”, contesta Jesús. “lo ves? Tal vez deberías hacer tú la prueba, a ver si puede leerte la mente”, Beka, se sonroja. “Transpondedor del Pelican localizado a 2 kilómetros hacia el norte, marcando zona de impacto, señales amigas, y señales enemigas”. Varios puntos rojos rodean la nave. Nos espera una grata bienvenida al encontrar la nave.

Nos acercamos sigilosamente hasta las cercanías de lo que queda de la nave. Unos robots humanoides, con cuerpos de escarabajo, brazos y piernas alargadas, de armaduras cromadas con piel brillante color azul, como de dos metros de altura, husmean la nave. Son prometeos, una especie de “nativos” robóticos de este planeta. Eran humanos antiguos, de más de cien mil años de edad, convertidos en IA por el Didacta, y esclavizados en esos cuerpos robóticos para luchar a sus órdenes. Ya no guardan rastro de su humanidad, sólo son robots que actúan como robots y que procesan con redes neuronales humanas. Estaban acompañados por otros robots más pequeños, de aspecto felino, andaban en cuatro patas, y tenían una cola, cuyo extremo terminaba en una especie de arma laser. El enfrentamiento duró poco. Unos cuantos disparos, unas granadas. Balas certeras y explosiones en los lugares adecuados, los hicieron desintegrarse, tal y como decían los informes que ocurren, pues eran luz sólida con armadura (sigo sin entender cómo es que la luz puede solidificarse, no me imagino un bate de luz sólida). Nunca llegué a creerlo hasta el día de hoy.

Contemplo intacto el vehículo todo terreno que traíamos enganchado a la nave. “Vaya! el Jabalí está intacto!, ya no tenemos que andar más a pie. Sí que son buenos estos bichos, ni un celular raspa-hielos aguantaría un golpe así” – “un qué?” pregunta la Doctora Lena completamente desconcertada. – “un celular raspahielos!. Año Mil Novecientos noventa y pico, los celulares tenían el tamaño de un raspa-hielos, esa herramienta para hacer cepillados…”, me mira aún más desconcertada, “luego lo busca por internet”. Tras reagrupar las armas y municiones, nos embarcamos en el jabalí, con la teniente Claudia como piloto, Sofi como copiloto, Mientras me encargo de la artillería Jorge y Lucho iban colgados a los lados, para que la Doctora y el nazareno fuesen en los asientos traseros. y así seguimos nuestra travesía.

Al fin llegamos. Aunque nunca habíamos visitado a Requiem, los informes detallados y precisos de la nave Infinity nos fueron de gran ayuda, Un grupo formidable de Prometeos y gatos al frente. Dejamos al nazareno y a la doctora en un lugar seguro, alejado del que pronto será el campo de batalla. Avanzamos con violencia, la ametralladora en mi mano no paraba de escupir balas, la Teniente Claudia realizaba maniobras evasivas cuando se veía rodeada y atropellaba a los que se descuidaban. El resto del grupo tampoco se quedaba atrás. Jorge realiza disparos certeros con su rifle francotirador, a pesar de los abruptos acelerones, bruscas frenadas y violentos cruces. Lucho repartía granadas cual vendedor de periódicos en las películas americanas.

Una vez limpiado el terreno, regresamos por los que dejamos atrás. Nos internamos en el enorme edificio. La última parte del trayecto, lo tuvimos que recorrer a pie, pues eran pasillos angostos. Llegamos. Frente a nosotros, una extraña estructura en forma de aros. Una especie de consola frente a ella, sin mandos, sin teclas. La Doctora Lena se acercó y de repente una especie de teclado holográfico se proyecta. “Ltenio, debes insertarme en la consola para poder activar el portal”. Extraigo la matriz de Beka de mi casco, y se la entrego a la Doctora. En el panel, aparecen una gran cantidad de símbolos en lenguaje forerunner, lo deduzco, porque no entendía absolutamente nada. De repente, Una luz cegadora nos nubla la visión, fue tan rápido, que los visores de los cascos no pudieron adaptarse a tiempo. Levanto mis pistolas sin saber a qué apuntar, esperando algún sonido, algún impacto. Al disiparse la luz y volver la visión, la vi. Allí estaba, frente a nosotros. La Bilbiotecaria, o al menos lo que queda de ella, pues era la IA de ella misma antes de sacrificarse para estar con sus seres preciados, nosotros, en los últimos momentos de la primera gran extinción. 

“Bienvenidos sean. Soy la bibliotecaria. Ustedes no deberían estar aquí, al menos no tan pronto. Los dones en ustedes aún no deberían haberse desarrollado tan rápido como abandonar su planeta. Pero, si varios de ustedes corresponden, aunque ni tú Jesús, ni tú Ltenio, deberían de haber dejado la Tierra.”

“Señora, soy Lena, Lena Katina, Jefe científica de la nave Serenity. Tras entrar al desliespacio de regreso a la Tierra, al parecer viajamos atrás en el tiempo, llegando a esta época. Queremos regresar a nuestro tiempo, el año 2560, pero no sabemos cómo, por eso hemos llegado aquí, en busca de respuestas”.

“Las respuestas las sabe Jesús, Su Don se ha desarrollado completamente. Es capaz de conectarse con el dominio, permitiéndole ser omnisciente, e incluso tener poderes más allá de la lógica, aunque sea un simple humano. El dominio le ha enseñado lo que necesita saber y lo que necesita enseñar. Jesús, ya sabes lo que debes de hacer, ¿no es así?”

Jesús asiente la cabeza, ante la pregunta de la Bibliotecaria. No entendí muy bien. ¿Qué es eso del “dominio”? ¿Quizás alguna especie de fuente de información? Tiene sentido, si es algo muy avanzado para nosotros, le sería más fácil interpretar como padre. Pero si el espíritu santo no existe, ¿Qué embarazó a la madre de Jesús? ¿Hermafroditismo, tal vez?

“Ltenio, ¿Estás bien” me pregunta inquieta la doctora. “Sí, sólo que aún no escucho lo que quiero oir, cómo regresar a casa”. La Bibliotecaria prosiguió con su explicación:

“Los viajes en el tiempo están prohibidos por las enseñanzas del “manto de responsabilidad”. Pero ustedes lo realizaron sin querer, así que es justo que vuelvan. Su IA Beka ya tiene las coordenadas para la apertura de la brecha desliespacial, pero Jesús debe quedarse para conectarse con el dominio, y readaptar los parámetros de la brecha para enviarlos de regreso a través de la señal de interferencia que mi marido está usando y usará para liberarse de su prisión.” 

Se refería al Didacta, responsable del incidente de New Fenix en la Tierra, en el año 2557. El jefe maestro lo liberó sin saber que era una trampa, al intentar comunicarse con la Infinity para su rescate. Sabíamos qué no hacer, y qué no tocar para dejarlo donde está, pero aún no sabía cómo regresar a la nave. Ya sabemos cómo regresar a casa, pero no podíamos comunicarnos con la Serenity por culpa de la interferencia. Vemos a la Bibliotecaria desaparecer. Toda la habitación vuelva a la normalidad. La Doctora Lena extrae la matriz de Beka de la consola. Jesús extiende su mano, pidiendo amablemente la matriz. La Doctora Lena duda por un instante, no sabía lo que pretende el nazareno. Sin embargo, en un acto de fe, se lo entrega. 

“Beka, aunque sin un cuerpo que te sostenga, tienes un espíritu, un alma concedida por la gracia de mi padre. Háblale al Capitán Guille, a través de la gracia de mi padre, lo único que necesitas es fe para hacerlo.”

La matriz de Beka brilló con una intensidad anómala. De repente su voz inunda toda la habitación. 

“Capitán Guille, aquí Beka. Código de autenticación Tita-Tita-Mambrú-Málaga. Solicitamos Extracción en pelican. No crucen el horizonte hasta dentro de dos horas. Repito, no crucen el horizonte hasta dentro de dos horas. Hay un campo gravitatorio de alta intensidad que debemos desactivar primero”.

“Beka, ¿Eres tú? Pero, ¿Cómo es posible? Esto no puede ser mi imaginación. El código de autenticación es confidencial, ni siquiera lo sé yo, pero está en la red neuronal. Un pelican estará con ustedes en dos horas.”

Ahora sí, no vuelvo a beber. Acabo de escuchar la voz del Capitán en la habitación. Todo el mundo está tan asombrado como yo. Todo el equipo se han quitado los cascos para conseguirnos con las miradas atónitas. 

“Muy bien equipo, es hora de moverse, tenemos un campo gravitarorio que desactivar en menos de dos horas, no hay tiempo que perder”. Jesús me entrega la matriz. La inserto en el casco y me lo pongo. El resto del equipo hace lo mismo. Partimos a toda prisa hacia el jabalí. 

Llegamos al pozo. Beka me indica que la extraiga y la inserte en la consola cercana al gigantesco pozo, que más bien debería llamarse cráter gravitatorio. Veo su holograma proyectarse. No entiendo por qué la insistencia de las IA en proyectarse. ¿No deberían invertir los recursos para proyectarse en tareas más importantes? Ha de ser porque es un ínfimo porcentaje de recursos los que necesita. Así que tienen para presumir.

“Ltenio, ¿ves ese proyector de luz sólida, arráncalo nos lo llevaremos, aquí no hará falta, pero no se lo entregues a nadie”, me dice Beka mientras señala con su dedo fantasmal la ubicación del proyector. Tenía el tamaño de un balón de futbol. “Ya voy Beka. ¿Cómo va la desactivación?” – “Está casi listo. Estoy programando su reactivación y el cierre de las compuertas para cuando nos marchemos”. La Doctora Lena no para de pulsar botones en el teclado holográfico. Parecía saber muy bien lo que hacía. Mientras tanto, voy y arranco de un solo tirón el proyector. 

Pasaron las dos horas, en el cielo, vemos las luces parpadeantes de un pelican descender. Aunque iba rápido, no venía tan estrepitoso como lo hicimos nosotros. Eran muy buenas noticias. El campo gravitatorio estaba desactivado.

“Beka es hora de irnos”, exclamo con alegría. Pero la veo, su rostro, tenía un aspecto de muy cansada, sus ojos se cerraron. La vi desplomarse y luego desapareció,

“Tranquilo, Ltenio”, dice la Doctora Lena, “se saturó con toda la información que extrajo. Por eso está bloqueada. Ya todo está hecho. Una vez en la nave, y descargada su memoria en los servidores de la nave, volverá a su estado normal. Toma, guárdala”.

En un instante el pelican descendió sobre nosotros. El regreso fue muy tranquilo. Tras cruzar el horizonte, y contemplar la negrura del vacío del espacio, vimos como las compuertas empezaron a cerrarse hasta impedir que el último haz de luz saliera.

Llegamos a la Serenity. Todo pasa a una velocidad imposible de describir. La matriz de Beka están en su lugar. Beka no aparece, pero sí las coordenadas. La brecha se abre. La voz de Jesús inunda el puente.

"Bienaventurados los que tengan fe. Finalmente me reuniré con mi padre a su derecha. A ustedes les veré después".

Le vemos en el puente. allí estaba. tan real como de carne y hueso, no como las holoproyecciones. De repente desaparece, seguido de una enorme sacudida.

"Capitán, entramos a la brecha, pero está colapsándose. Lo único que lo mantiene abierto son... nuestros escudos. Si llegan a ceder, partirá la nave en mil pedazos".

"Eso no pasará. Siga adelante. Salgamos de esta brecha, y estaremos en casa".

Luego de un tiempo que parecía ser infinito, multiplicado por las sacudidas de la nave, al fin salimos de la brecha. Las pantallas se llenaron de ciertos de mensajes provenientes desde todos los rincones. Finalmente llegamos a casa. Pero aún faltan cosas por hacer: Despertar a Beka, comer un poco porque tanta emoción me dio hambre, y lo más importante: que hacer con el proyector de luz sólida que Beka me ordenó arrancar? Cuando despierte en el siguiente capítulo me dirá. 

Otra de las tantas utopías

Mi mundo perfecto. Voy en una moto, con mi morral pegado a mi espalda, la laptop dentro de ella. En el bolsillo el celular, conectado al audífono. Son las siete de la mañana. El olor a aire limpio inunda el pequeño círculo de bancas de madera de tantas que hay en la plaza, llena de árboles, césped recién podado y flores por doquier. Una reunión interdisciplinaria para afinar los detalles en conjunto. Nos conectamos a la red wi-fi de la plaza. Todos los archivos están desde siempre sincronizados, faltando sólo algunos que se hicieron y aún no se habían podido conectar debido a que estaban de viaje. Dos personas no están en la reunión, pues se encuentran en otro país. Aun así, están reunidos con nosotros a través de videoconferencia. La reunión dura poco. Al terminar, desayunamos en el kiosco de la plaza. Luego, algunos se van a sus oficinas, otros tienen que tomar un vuelo; los que viven cerca, se quedan para hacer su ejercicio matutino. Yo me quedo disfrutando del paisaje y de las chicas lindas que hacen ejercicio. Me pongo los audífonos, con el celular en la banca mientras empiezo a hacer las correcciones.

Es demasiada utopía para mí. Veamos por qué. La seguridad en mi país no es de las mejores, de hecho, no le falta mucho para estar en las peores. Nadie, absolutamente nadie, lleva a pasear su laptop, a menos que sea estrictamente necesario, y mucho menos mostrarlo en público, en una plaza, y a las siete de la mañana. Dejar el celular en una banca, es atraer a dos posibles delincuentes: el ratero que rompe record de cien metros planos, o el pistolero implacable, puedo dudar de su puntería, pero nadie falla a treinta centímetros de distancia.

Por otro lado, las consultoras, capaces de reunir a un equipo interdisciplinario, jamás, jamás, hacen una reunión fuera de una oficina, con su mesa redonda, sus sillas, su iluminación y sus respectivos proyectores o pantallas gigantes en su defecto. Pretender que algunos asistan por teleconferencia, es un insulto, una falta de respeto para los que se encuentran presentes en la reunión.

Además, aunque no siempre es así, la gente procura tomar el primer avión que salga, es decir el de las seis de la mañana, por lo que tienen que estar en el aeropuerto dos horas antes. Es el único que es puntual, si es que un atraso de hasta veinte minutos sea tolerable. Luego, los vuelos subsecuentes irán acumulando atrasos, a tal punto que el de las tres de la tarde, podría estar saliendo a las diez de la noche. Las inclemencias climáticas nada tienen que ver, pues en Venezuela, la mayor parte del tiempo es buen tiempo. Por cierto, no me acordaba que aquí las plazas no tienen wi-fi… bueno recientemente, habían anunciado que instalarían en las plazas principales, pero de ser cierto, la conexión de seguro no llegaría ni a 52 kbps, una velocidad similar a los módems ruidosos de antaño.

La moda al mejor estilo, el propio

Quien me haya conocido hace veinte años, me reconoce sin ningún problema. Sigo teniendo la misma estatura, el mismo rostro, la misma vestimenta. Hace poco, me topé con un compañero de la secundaria. Aumentó de estatura, masa muscular, la voz se le engrosó aún más, a duras penas le reconocí, me tuvo que mencionar su nombre y el de los otros con que solíamos hacer los grupos de trabajo. Me dijo: “estás exactamente igual a cuando nos dejamos de ver”.

Mi vestimenta, al igual que yo, ha evolucionado muy poco. Siempre he elegido la vestimenta en función de comodidad y funcionalidad: zapatos de seguridad, cómodos, antirresbalantes, y se pueden usar para trancar cualquier ascensor, puerta o perro que pretenda morder; bluejean azul (sé que está mal dicho, es que en mi ciudad muchos cometen ese error, entre ellos, algunos dicen bluejean negro) resistentes, cómodos cuando ya están viejitos, disimulan el sucio, presentables para asistir a una reunión, y guerreros para inmiscuirse en una obra; y una camisa manga corta, recomendado para una ciudad con altas temperaturas, suficientemente formal para asistir a eventos, y lo más importante, dependiendo del tipo de tela, no es necesario plancharlo, si apenas se termina de lavar se tiende bien. Otras, son un poco más, quisquillosas. 

Por último, pero no menos importante, el morral. Si bien no es el mismo de hace veinte años, pues por lo general los voy cambiando conforme van cediendo las costuras, rompiéndose los fondos, trancándose los cierres o simplemente la relación calidad/costo del que está frente a mí, es muy buena. Soy de los que no salen de casa sin el morral pegado a la espalda. Por lo general está vacío, pero dispuesto a ser llenado con todo lo que gracias a ella, mis brazos no cargarán: documentos, compras, herramientas, ropa, encomiendas, incluso comida, sea cruda o preparada. Mi jefe en alguna ocasión comentó que los morrales son para muchachos o gente vieja ridícula, pero en lo personal, prefiero que me digan viejo ridículo, a tener las manos llenas, sin poder saludar a nadie, sin poder hacer nada sin soltar lo que mis manos tienen, pudiendo llevarlos en un morral pegado a mi espalda. Ahora que lo pienso, en antaño, tenía hasta un paragua, cuando lo sacaba llovía, cuando lo metía hacia sol. Durante todo este año no lo metí, porque la gran sequía azotó. 

Últimamente las nubes cubren el cielo, pero la lluvia se niega a caer. Debería meter el paraguas de nuevo, no vaya a ser que la lluvia, que caerá a diestra y siniestra, me tome desprevenido,

Festín de sillas

Tengo tiempo sin hablar de autocad. No ha ocurrido nada interesante en las últimas semanas: presupuestos, presupuestos, marañitas que no cuajan, arreglar documentos, audífonos, muñecos, sacarle filo a los cuchillos.

El proyecto Krueger me ha tomado más tiempo del que estimaba. Creo que me llevará todo un día adicional, si no es que el de mañana también. Me tomo mi tiempo, depurando técnicas, observando comportamientos, y sobretodo, memorizando todo lo que no se debe hacer y ver cómo evitar cometerlos. 

Hay un auditorio, con capacidad para unas 1.900 personas. El dibujante, con un gusto similar al mío, concentra todos los planos en un solo archivo, el cual pesa más de 7 mb. La pequeña diferencia, es que dibuja como puede, de lo contrario, no estaría pasando por esta penuria, y esas 1900 sillas se repiten hasta alcanzar un valor aproximado de 9000 sillas, que no están en bloque, por cierto, sino dibujados raya por raya. Un peso total de 4,47 Mb, puesto que hay algunos dibujados como bloques, y otros no.

Cada silla, peso unos 81 kb. Los aislé en un solo archivo. Luego los multipliqué por 9000, obteniendo un peso de 6,7 mb. Repetí el proceso, pero volviendo un bloque la silla. El archivo generado pesaba menos de 300 kb. Qué diferencia tan grotesca. Que festín de sillas.

Pollas, chuletas o material de apoyo

El término varía entre países e incluso entre regiones. A lo que me refiero es aquellos papelillos, fichas o similares que utilizamos de manera ilegal durante un examen. Las formas y posibilidades no tienen límites, salvo las impuestas por la creatividad: las notas pegadas o incluso escritas sobre la pierna (algo muy típico en las chicas, el uniforme ayuda mucho), los miniescritos sobre el pupitre, las compresiones de texto en el borrador, las notas pegadas en el asiento del compañero del frente. Todas son válidas, todas son eficientes cuando contienen la información correcta y el que lo use tenga nervios de acero para disimular ante la mirada inquisidora del profesor. Algunos tienen éxito, otros fracasan perdiendo el examen, ganándose una raya en el libro de vida y llevándose el título de copión.

Confieso que nunca usé chuletas, salvo las fichas de fórmulas permitidos por el profesor en la mayoría de las materias de la universidad. También confieso que si me he copiado e incluso intercambiado información entre compañeros en pleno examen.

La vez que me copie, fue un examen que estudié bastante, le expliqué a todo mis amigos, pero el día del examen me invadió una laguna mental que no pude rellenar. Una fila densa frente a la profesora, una seña apropiada, un examen abierto de par en par, y una fotocopia manuscrita fiel y exacta se plasmaba sobre mi hoja. No dudé luego de terminar el examen, de revisar la fotocopia, no quisiera que un mal resultado, le indique a la profesora que hubo fraude.

El intercambio de información suscitó en uno de esos exámenes largos, llenos de cálculos y procedimientos. Creo que era mecánica de sólidos, involucraba torques, esfuerzos, inercias y otras cosas más. El examen fue en la tarde, luego de otro examen, y duro si mal no recuerdo unas cinco horas. Estábamos en fila india: “Jesús, ¿Cuánto te dio?” – “15,89” (está claro que no me acuerdo del valor, es por poner un número) – “Pues a mí no me da eso, me está dando 25,78” – “Pues estás mal, a Zabala le dio igual que a mí.” Esa exclamación me puso los nervios de punta, ya iban cuatro horas de sacar cuentas y escribir, un error a estas alturas del partido significaba un examen reprobado. Reviso de principio a fin los datos y cálculos. Todo parecía estar en lo correcto. Faltando poco para entregar, decidí seguir con el resultado que tenía.

La agonía terminó, para bien o para mal. Al salir del salón, los amigos se reagrupan. Los resultados son comparados. “chino, ¿conseguiste el error?” – “No, y le di con ese valor” – “¡pero te volviste loco! ¡Te dije que ese no era!” – “Pues es lo que me dio, y lo revisé dos veces”. Jesús estaba aún más intrigado que yo, pues yo sólo quería llegar a casa y dormir. “Ramón, ¿Cuánto te dio a ti?” – “25,78. Había una concha de mango (puntos aparentemente obvios donde muchos cometen errores fácilmente), con la inercia. Muchos cayeron” y dentro de ese "muchos", estaban mis amigos.

Hoy de regreso a casa, escucho a un profesor de secundaria en el transporte - y que - público hablar sobre sus alumnos. “Era examen de reparación, los dejé solos por casi todo el examen, les avisé, y aún así muchos salieron aplazados. Corregí el examen ahí mismo, y quienes sacaron menos de 10, los dejé solos por quince minutos más. Aún así no lograban pasar de 10. Les puse 10 (nota mínima para aprobar un examen, pues la evaluación es sobre 20)”. 

La razón, es porque actualmente la ley sobre educación, prohíbe que los profesores reprueben la asignatura a sus alumnos, por ende, deben repetir ese examen de reparación una y otra vez hasta que todos pasen. Él, simplemente se saltó ese paso. No me da rabia la sinvergüenzura del profesor o del sistema de educación, sino esos alumnos, que teniendo esa facilidad, ni así pueden pasar. No es que esté bien o mal hecho, porque de seguro todos lo hicieron, (vivo en un país en donde la sinvergüenzura y la corrupción casi es hereditario) pero aún así, o no lo saben hacer o lo hacen mal.

Control Z

Office, Autocad, muchos programas, cuentan con el famoso, “echar para atrás”. Salvador de atrocidades cometidas, errores no detectados hasta tornarse evidentes y comprometedores, equipos que no caben, líneas que no iban, el mouse que se vuelve loco, o las teclas que se pegan. Gracias a “Control Z”, nada ha ocurrido. Incluso en los juegos, si bien no existe ese comando, se pueden hacer ciertos artificios, como respaldos y guardar partidas, que hacen en esencia lo mismo.

Para nuestra desdicha, quizás dicha, eso no ocurre en la vida real, y menos en las obras de construcción: un diámetro errado, una soldadura mal hecha, un piso de caico en el nivel equivocado, destrozando un piso de cerámica en buen estado… Una carrera mal seleccionada, una pareja que parecía pero no es, situaciones que ojalá se hubiesen evitado, imprevistos que dejarían de serlo… Todo se resolvería si para la vida existiese algo similar al Control Z.

Pero no, el universo es mucho más sabio que nosotros, si no lo tiene, es porque seguramente no lo necesitamos. Eso nos hace ser más conscientes, más precavidos, más maduros; nos obliga a crecer, a improvisar, a valorar; nos deja claro que la vida no es un juego, un programa de computadora o una novela que podemos reescribir cuantas veces queramos. 

Por ahora, muchos Control Z, estos planitos están muy pesados y yo muy apresurado. Haciendo a menudo cosas de más que no debería. Control Z para eso. La cena de hoy… es que ya tengo hambre. Pareciera que no tuviese la solitaria en la barriga, sino la multitud. Voy a escaparme de la oficina, a ver que que consigo para apaciguar el hambre atípico de las 3:00 pm.

El bachaqueo

Vivo en un país atípico; vivo en una ciudad aún más atípica. El país ha tenido a lo largo de su historia, tan malos administradores, que estamos endeudados desde antes de 1.830. Duramos sólo 30 años sin deudas, bajo la administración de un general campesino, que administró cual padre de familia de un pueblo pequeño: cuanto gano, cuanto gasto; no fío, no presto ni pido prestado; remodelo la casa con lo que tengo, y castigo bien duro al quien me lleve la contraria. Pero hoy no hablaremos sobre eso, sino sobre mi ciudad, en este aquí y en este ahora. (Ahora que lo leo, esta frase no tiene sentido! Como alguien puede decirlo una y otra vez en televisión?)

Lo que acaban de ver en el video, no es ficción. Ocurre, si bien no todos los días, sí muy frecuentemente. Escasez de comida, la hay y es innegable, el gobierno no lo niega, eso significa que, aparte de que es verdad, es muy grave. Pero muchos de los que se ven, los que corren, esos de piel negra, son los “bachaqueros”, los que originaron el bachaqueo.

Y Qué es eso? Contrabando. El Estado subsidia una gran cantidad de productos de primera necesidad, traduciéndose en muy bajo costo para el consumidor final. Los contrabandistas contratan a los “bachaqueros” para que hagan las largas colas y adquieran los productos. Estos son llevados a Colombia, vendidos a un costo de al menos cinco veces mayor; en el trayecto, se “benefician” los bachaqueros, los transportistas, las alcabalas y todo el que esté implicado. Y sí, es muy rentable. A tal punto, que lo hacen las bodegas. Hacen lo mismo, contratan “bachaqueros”, adquieren los productos, y luego los venden al público a más de seis veces su precio.

No todos los que hacen colas son bachaqueros. Yo he hecho esas colas. He visto gente haciendo esas colas. Muy a menudo es porque simplemente el producto no se consigue en ningún lado; otras veces es simple orgullo; prefieren perder el tiempo a darle el gusto al hijo de… del bodeguero. Yo? Lo hago por ambas razones y una más: muy a menudo tengo la dicha de deleitar la vista. Debo aprovechar antes de quedar ciego: miopía hereditaria, horas de trabajo y entretenimiento frente a un monitor, ojos que ya no saben cuándo están cansados.

Balance de masa y energía.

A la hora de cocinar soy muy inventor. Por lo general son más los fracasos que los éxitos. Tengo la costumbre de desayunar pesado, previendo la posibilidad de no almorzar e incluso de no cenar. Ayer, compre harina de arroz, y siguiendo los concejos de una señora que estaba haciendo la cola, preparé un delicioso… creo que atol o chicha o algo parecido: Dos tazas de agua, cuatro cucharadas de harina de arroz, azúcar, canela, leche que no tenía para echarle. Fuego lento, hasta espesar. Fue mi postre después de la cena.

Hoy lo vuelvo a preparar como desayuno. Las mismas cantidades. Quedé satisfecho. Llegaron las 12:00 del mediodía. Un hambre voraz amenazaba con causarme una implosión. No entendía el por qué. Luego de almorzar, y de que mi jefa dijera: “amaneciste desganao!” caí en cuenta: simple balance de masa: desayuné el equivalente a dos vasos de leche. Puede que con un poco más de aporte energético (parte de la energía de combustión es transformado en cambio de propiedades físicas en la mezcla, así que ha de tener un poco más de energía) pero la masa sigue siendo la misma, incluso un poco menos. Moraleja: Es un desayuno muy delicioso, pero no muy bueno para la guerra: el hambre llega demasiado rápido.

Pedirle a Dios

Cuando pequeño, y asistía a una iglesia evangélica (un cuento largo, en resumidas cuentas era el querer aprender de los mayores, escuchar las enseñanzas de la misionera, que eran muy prácticas, y tener fundamentos hablar cuando me les vuelva en contra de ellos), nos dijeron que Dios no nos da lo que queremos, si no lo que necesitamos; que lo que nos dará lo hará sin que pidamos, y lo que nos negará ni que nos cortemos la vena por ello moverá un dedo. Entendí eso perfectamente. Las plegarias, las oraciones, han de ser exclusivamente para dar gracias por todas las dichas y desdichas que nos ocurran, que no pidamos lo que queremos, sólo lo necesario, y por cierto de manera muy cuidadosa.

Desde allí, también adquirí la costumbre de jamás decir: “esto no se puede poner peor” y “que más me/nos va a pasar”. Dios muy a menudo, sabe contestarnos de manera excesivamente “creativa” para nuestros gustos. Debo aclarar que la primera frase, irónicamente, la expresaba de otra manera para superar mi introversión y timidez: “que es lo peor que puede pasar”. Con esta frase, (no, jamás he liado con esa frase, como Don Juan me volvería mendigo) entablé conversaciones con medio mundo, quitándome horas de aburrimiento en las colas de compra, ahorrándome y aventurándome en transportes públicos en sitios desconocidos, y cómo no, tener la dicha de atreverme a cometer locuras.

Hace unos días, en esos que la oficina se mezcla un poco con la algarabía de la casa del jefe, tres niñas y una jefa gruñona, pero muy buena gente, convierten un día cotidiano en algo especial. La mayor me contaba sobre una película sobre un Indio, originario de la India (podría ser un indio americano, pero no, es de la India), naufragó con un tigre de bengala, una hiena y un orangután. Cada vez que clamaba “Dios, que más me vas a hacer”, pues Dios le hacía algo. Conocí también la historia, triste, conmovedora pero alentadora de la abuela de mi jefe, quien aprendió de una manera muy dura, el simplemente dar gracias, aceptar todo lo que Dios depara, y jamás pedir ni preguntar de más.

Para aquellos fieles, aferrados a su fe, seamos humildes, superémonos de a poquito, dando las gracias a aquel que otorga gracia, dones y retos por igual; para aquellos sensatos, lógicos, y psicológicamente independientes de la religión, seamos un poco más optimistas, más soñadores, dejemos que las leyes de Morphy hagan su trabajo, mientras aprendemos a sobrellevarlos con una sonrisa en el rostro, una sonrisa de verdad, aunque fingida también sirve. Ya esas leyes están muy presentes en la vida cotidiana para que los sigamos invocando.

Nomogramas

No pretendo dar una lección sobre lo que es, pues para los que saben qué es, cualquier explicación está de más; para quien no lo sepa, será extraño que los vaya a utilizar. En todo caso, la fiel Wikipedia le podrá indicar a aquel individuo lleno de curiosidad, su historia, su uso y sus ventajas. Escribo sobre ello, porque hoy, los vuelvo a ver, en una transcripción de guía a Excel que estoy intentando hacer. (si hay pirómanos, cleptómanos, yo sería excelmano).

Para los perezosos que no saben qué es, y sin embargo sienten el gusano de la curiosidad picándoles por dentro, es básicamente una regla de cálculo. Más simple de entender, es una gráfica, en donde, sin necesidad de conocer ecuaciones, ni siquiera relación entre valores, puedes encontrar una respuesta visual bastante aproximada, si conoces los valores de entrada y sabes manipular el nomograma, que por lo general , es muy sencillo.

El primer nomograma que vi, fueron en la universidad, en una materia denominada “mecánica de fluidos”. Lo usábamos para conocer la longitud equivalente de accesorios para tubería. Muy simple de usar: Está el accesorio graficado en una escala, los diámetros en otra escala, unimos los dos puntos con una línea que cruza una tercera escala, y huala! Tenemos la longitud equivalente. Los resultados obtenidos son experimentales, y aún no había ecuaciones adecuadas (para el momento en que nos explicó el profesor). Los programas tienen dichos resultados tabulados, y los extraen para usar cuando son requeridos.

No volví a ver un nomograma, unos tres años después, en mi primer proyecto como profesional. Tenía que calcular y dibujar los sistemas de ductos de aire acondicionado. Cuando me asignaron esa tarea, ni siquiera sabía por dónde empezar. Me limité a decir “ok”. El jefe de mecánica, me entregó un nomograma muy especial, el que se utiliza para obtener el resultado que necesitaba para dibujar los ductos. Me dijo: “los cálculos pueden esperar. Necesitamos los planos ya. Usa esto. Caudal aquí, factor de fricción aquí, y todas las respuestas aquí, aquí, y aquí”. 
Fue muy divertido. Sin calculadoras, sin Excel, sin estrés. Coloco, leo y dibujo. Me dio tiempo suficiente para revisar libros, apuntes, y como no, obtener los programas dedicados a dichos cálculos. Cuando tocó entregar los cálculos, teniendo los programas de cálculo a la mano, pude constatar los resultados: si bien no eran exactos, eran lo suficientemente precisos para lo que necesitaba, las dimensiones para dibujar. 

Por cierto, el nomograma regresó con su legítimo dueño, (era toda una reliquia, tendría unos 30 o incluso 40 años de antigüedad), me obsequiaron uno más actualizado y en este instante está engavetado junto con los libros y guías de la oficina.

sábado, 2 de agosto de 2014

La casa de los sueños

Nunca tuve una visión o premisa definitiva sobre la casa perfecta. Cuando era aún un muchacho imberbe, soñaba con una casa o más bien un cuarto, donde todo estuviese a dos pasos de distancia: la nevera, la cocina, el baño, la pc y el resto del entretenimiento; closets aéreos, mesa desplegable y todo a control remoto, lógicamente la cama, sería la silla y parte de la mesa. Estando en la universidad, soñaba con una casa de tres pisos: planta baja para los vehículos y el taller principal, primer piso sala de proyectos, donde se concentrarían los módulos de trabajo, servidores, sala de reuniones y proyectores; segundo nivel hogar; y tercer nivel área de entretenimiento. Lógicamente la azotea con un telescopio, un jardín, algo de grama e incluso una piscina, un lugar para pasar la tarde del domingo con la hipotética familia de una esposa, dos hijos y un gato. Tal vez también un perro.

Por ahora, ambas posibilidades no son más que un simple sueño. La primera exige un diseño minucioso y una disciplina estricta por parte del habitante, que por cierto no tengo, soy excesivamente desordenado; la segunda demasiada ambiciosa para ser costeada. Hay una tercera, que supongo sólo quedará en fantasía: el megaedificio para unas doscientas familias, con todos los servicios públicos disponibles, incluyendo hospital y escuela, una fábrica de alimentos, un área de centro comercial, completamente autosustentable y que incluso tenga su propia área de cultivo, procesadora de residuos, planta potabilizadora y un sistema de control y seguridad de ensueño.

Memorias infantiles


Me gusta reparar cosas. No tengo la habilidad artesanal que tiene mi hermano, ni tampoco su pericia, experiencia e instinto para detectar el daño y repararlo. Aún así, me gusta desarmar, echarle un ojo, añadir pegamento, amarrar con alambres y de ser necesario martillar hasta que adopte la forma. Hoy por mis manos pasó un radio-reloj despertador. 
Radio Reloj Despertador Magnavox De Los 80s Vv4

Eran muy populares en los años 80 y 90. Mi hermano tuvo varios. al ver ese aparato, me transporté a nuestra antigua casa, a la escalera tipo tijera tumbada al lado de la cama de mi hermano, donde estaba el despertador, las cornetas, el amplificador y al otro lado el televisor a blanco y negro, sin perillas y la pinza para tomar el eje donde iba la perilla y cambiar de canal.

El aparato que reparé no tenía mayor cosa, la palanquilla de conexión entre la perilla del volumen y el potenciómetro se fracturó quedando el pequeño aparato sin control de volumen. Destornillador para retirar los tornillos y levantar la carcasa; pinzas para extraer la palanquilla; pegamento instantáneo para unir las piezas; un buen soplido para ayudar la pega a secarse; devolver todo a su lugar, y cerciorarme que no me sobre ningún tornillo (era algo que le ocurría frecuentemente a mi hermano, y según me cuenta, aún le sigue ocurriendo). Funciona a la perfección.

Doy gracias a Dios que nací en esa época de “Transición” tecnológica, de diodos de ocho segmentos a pantallas digitales; del disco flexible a los pendrives; del atari al play3; de los teléfonos con discos para marcar a celulares táctiles: del correo postal (las cartas desde China a Venezuela y viceversa tardaban un mes en llegar al destino) a correos electrónicos, blogs y whatsapp. Ya los niños de hoy en día ven como un hecho, o por sentado toda esa tecnología que los rodea, mientras que ya los un poco más viejos, mas no más maduros conocen a sus antecesores.

El valor de un vulgar papel.

Cuando se vive en un país con una economía con tendencia negativa, se es fácil amoldarse, adaptarse y resignarse a la inevitable pérdida del poder adquisitivo, buscar trabajos a destajo, (conocido en mi país como marañitas, ojo, no confundir ni relacionar con marañas). Los políticos tienen una reputación como las primeras seis letras de esa palabra, y la corrupción está tan arraigada en todos que lo cometemos de manera natural e instintiva.

Para mí, es difícil imaginar como en otros países, gente que gozaba de una muy buena bonanza económica terminaba siendo indigentes: cómo empresas consolidadas caen en bancarrota, cómo es que los Bancos pueden quebrar. Para cuando ocurrió la debacle en el 2008, no tenía aún la madurez para percibir lo que ocurría más allá de mi alrededor, y creo que aún sigo siendo muy inmaduro (alguien que declara ante unas niñas que es mentalmente cinco minutos mayores que ellas, de seguro no tiene buena reputación). Sin embargo, unas charlas de Kiyosaky, una revisión al origen del dinero y un poco de sentido común, el menos común de los sentidos, me hizo ver que a los humanos por naturaleza, nos gusta inventar cosas buenas, para que luego otros lo aprovechen para desgraciar la vida de los demás.

Desde un comienzo. La era cavernícola. El hombre de aquel entonces ya muestra signos de egoísmo, no comparte nada de lo que le pertenece con extraños, y a duras penas con sus seres queridos. Unos tenían carne, otros cosechaban frutos: algunos tenían herramientas y otros fabricaban armas. Trueque. El primer gran sistema de intercambio: una oveja por una cesta de frutos, Un martillo de piedra por conservar tu vida. Trueque y guerra iban de la mano.

Pero era incómodo llevar pertenencias físicas consigo. Había que buscar un elemento intermediario: oro, plata, piedras preciosas. Si bien era más cómodos aún no eran versátiles. Surgen las monedas. El cobre, el bronce, permitían acuñarles marcas inequívocas. Las monedas en sí no valen por su contenido, sino por su significado. El valor real de las cosas, ¿quien se las asignaba? Pues como siempre, la oferta y la demanda.

No sabría de quién fue la invención de la moneda, pero su uso estaba extendido a nivel mundial: Asia Europa y África los usaban, cada quién sus monedas, pero en fin eran monedas. Quien las tuviese era rico, quien no, a mendigar se queda. Y ¿quién fabricaba las monedas? porque quien las fabricara sólo compra el material, y puede volver rico a quien quisiera. Pero no ocurre así, tal vez por algún control gubernamental que le impide hacer esa gracia.

A nivel de pequeños intercambios las monedas, funcionaban perfectamente, pero ¿y si lo que hay que comprar es una mansión? ¿O alimento para toda una nación? Empiezan a surgir todo una serie de instrumentos financieros: pagarés, vales, bonos al portador, y quien mejor para administrarlos que las casas de moneda, casas de cambio o los recién creados Bancos.

Los Bancos, fruto del capitalismo y la burguesía. Sirven para tres cosas: para guardar tu dinero y cobrarte una comisión por ello; transportar tu dinero, depositas aquí y cobras en otro lado, y de paso cobrarte una comisión; prestarte dinero y que te endeudes a tal punto que te quedes hasta sin dignidad. 

El mundo es inevitablemente de ellos. Lo que realmente vale, que es el metal, el oro, la plata, las piedras preciosas, están dentro de sus bóvedas. Pertenecen o pertenecían a muchas personas, a muchas naciones, que decidieron intercambiarlos por un vulgar papel: un cheque, un bono al portador, unos cuántos billetes o unos cuantos bits digitales. Ese valor “verdadero” real que en un principio tienen lo ofrecen a manera de crédito. La demanda crece, la oferta baja, los precios suben. Los créditos siguen dándose. Y ¿de dónde proviene? ¿De la misma gente que se adeudó? Puede ser. ¿Simples papeles sin fondos? También es posible. Sin darnos cuenta, la demanda deja a los deudores sin dinero. ¿Y ahora? Pues hay que pagarle al banco, como sea, pero no hay manera. Las hipotecas se ejecutan. De repente, el valor real que un principio tenían los bancos, lo siguen teniendo, y además son ahora dueños legales de todo de cuanta hipoteca hayan ejecutado. Y ¿qué de los deudores? Bancarrota, quiebra, simple eufemismo para no decirles indigente, sin techo o homeless. 

Pero si muchos bancos quebraron, e incluso varios tuvieron que ser socorridos por los gobiernos, ¿Cómo es que los vamos a acusar de chupasangres? pero, ¿están seguros de que quebraron? ¿Vieron a sus dueños “patas en la calle”? ¿encarcelados por fraude? ¿Y seguro que esos eran los dueños?. 

En alguna ocasión me topé con un campesino. Me dijo, que todo lo que yo tenía en la billetera, en el banco, debajo del colchón, mucho de lo que tuviese en la caja fuerte, (si lo tuviese) es de mentira, no vale nada, no te lo puedes comer, no te acobija y ni siquiera te protege. El valor que tiene esa mentira se lo atribuyó el hombre. Lo que en verdad vale, es la cama donde se duerme, la comida que nos llena el estómago, la casa que nos protege del sol, la lluvia y los vientos, la ropa que nos acobija. Y si crees en Dios, incluso eso carece de valor. Era un campesino, no creo que tuviese un grado de instrucción alto, pero esas palabras eran un destilado de conocimiento que sólo la experiencia bien adquirida ofrece. 

Por ahora, me sumergiré en aquel mundo donde yo soy el general en jefe, me acompaña mi fiel guardaespaldas la soledad, junto a las poderosas armas cibernéticas, y a la espera de que Sir Internet regrese de su larga meditación, que ya lleva casi dos (al momento de publicar tres) semanas. Aún no quiero madurar, la verdad es que madurar es sólo para frutas y verduras. Espero que la segunda hija de mi jefe no me cobre derechos de autoría.

La moneda pequeña

Pocos libros he leído, y aún menos la información que recuerde de ellos. Sin embargo, unos de los pasajes que siempre recuerdo, es la historia de un viejo, que desde pequeño, cada vez que la ofrecían dos monedas, una grande y una pequeña, para que escoja una, siempre elegía la más pequeña. Al final, cuando alguien le pregunta la razón, este le contesta: “el día que escoja la grande, hasta ese día me ofrecerán monedas”.

El que siempre tildaron de tonto, en realidad se estaba aprovechando de esa situación. Muy a menudo dejamos pasar oportunidades, opciones, situaciones, por el simple hecho de no dar nuestro brazo a torcer, por no hacer una consideración, o por no permitir que la contraparte sea más “lista”.

Muy a menudo me tomo demasiado literal las enseñanzas de este tipo. Sin embargo, y para justificarme, las he puesto a prueba y he visto que funciona, al igual que la gente que simplemente les ocurre, sin provocarlos como lo hago yo, (al menos mi carácter iluso prefiero pensarlo de esa manera).

Por ahora, mi jefe está empleando esa estrategia para armar un presupuesto. Argumenta que prefiere dejar de ganar un porcentaje mayor a no ganar absolutamente nada. De mi parte, estoy armando el archivo Excel, el cual tiene más amarres que los tres carabelas de Cristóbal Colón, resultado de cinco años de trabajo intermitentes, echadas a perder con Excel, Una inflación del 50% anual oficialmente, y el proyecto del centro comercial abandonado por ahora.